El milagro de las iglesias llenas en Nigeria: ´Padre, preferimos morir aquí antes que en casa´

Mundo · Matteo Fanelli
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7 julio 2015
“Nos choca mucho que los medios occidentales no hablen de la situación que viven los cristianos y la Iglesia en Nigeria”. Son palabras del padre Peter Kamai, rector del seminario de Jos, en la diócesis de Jalingo en Nigeria.

“Nos choca mucho que los medios occidentales no hablen de la situación que viven los cristianos y la Iglesia en Nigeria”. Son palabras del padre Peter Kamai, rector del seminario de Jos, en la diócesis de Jalingo en Nigeria.

Nacido en una familia muy numerosa, el padre Peter quedó fascinado desde pequeño por los misioneros agustinos irlandeses que evangelizaron Nigeria. “Cuando vinieron, sufrieron mucho al principio”, cuenta el sacerdote. “Los tres primeros años ni siquiera celebraron un bautismo y tuvieron que afrontar el problema de la malaria. Pero se quedaron, tuvieron paciencia, y después de un tiempo vieron cómo la fe empezaba a brotar. Yo era monaguillo e iba con el párroco por los pueblos a celebrar las misas. Veía la felicidad en los ojos de los sacerdotes, por eso decidí consagrarme”.

Sobre la situación en su país, el padre Peter describe que hay “54 estados, casi 7.000 tribus distintas y 2.500 lenguas diferentes. África es así, un continente donde la convivencia no siempre es fácil y donde, por muchos motivos, los jóvenes se ven atraídos por el radicalismo. Boko Haram significa literalmente ‘la educación occidental es pecado’, es una forma de ideología que odia a la cultura occidental”. Sin embargo, el padre Peter señala también que Boko Haram es fruto de una crisis política, cuyo elemento religioso se aprovecha con fines propagandísticos. “En Nigeria hay mucha corrupción y pobreza, y miedo a que Occidente pueda imponer su modelo: estos son los términos en los que se mueve el extremismo”.

La Iglesia en Nigeria, sobre todo en el norte del país, “se encuentra en graves dificultades, con muchos templos destruidos y muchos de sus miembros asesinados”. Cuenta la historia de un catequista al que los extremistas decapitaron delante de su mujer y sus hijos por negarse a convertirse al islam. “Pero la fe lo vence todo. Mucha gente me dice: ‘Padre, preferimos morir en la iglesia antes que en casa’. Los domingos encuentro las iglesias llenas. Verdaderamente, la sangre de los mártires es la semilla de los cristianos. La Iglesia nació con persecuciones y nunca debemos olvidarlo. La última palabra es la frase de Jesús: ‘Yo he vencido al mundo’. Nosotros en Nigeria tenemos experiencia de esto. Lo que más me sorprende es ver que la gente no tiene miedo”.

El sacerdote muestra su sorpresa ante el hecho de que los medios occidentales no hablen de todo esto. “A menudo la actitud de los occidentales parece ser la de querer exportarnos sus grandes temas, como por ejemplo los matrimonios homosexuales. Pero ese no es nuestro problema. Nosotros seguimos lo que dice la Biblia, para nosotros este es el camino de la verdad. Sin embargo, algunas grandes organizaciones llegan incluso a amenazarnos con retirar sus ayudas a nuestro país si no aceptamos este tipo de modelos. El mayor peligro no es el islam radical sino un cristianismo tímido. Basta mirar lo que sucede en Irlanda o Estados Unidos, que son países cristianos”.

También describe las relaciones entre religiones. “En Nigeria la mitad de la población es musulmana y la otra mitad es cristiana. Nuestro seminario está rodeado de cuatro mezquitas y en más de una ocasión los extremistas han intentado entrar para destruirlo todo. La Constitución nigeriana afirma que el Estado no puede imponer una religión. Los cristianos somos favorables a la libertad religiosa, pero los fundamentalistas prefieren imponer la sharía porque no distinguen entre religión y política, para ellos es lo mismo. Los cristianos también pensamos así en el pasado pero fracasamos. Hay que razonar, la fe sin razón lleva al integrismo. La actitud más adecuada es la unidad entre fe y razón. Algunos musulmanes, al ver las brutales masacres cometidas por Boko Haram, se preguntan si lo que dice su religión es verdad. Pero el islam castiga la conversión con la muerte, por eso muchos tienen miedo. De todas formas, el camino pasa por el diálogo con los musulmanes moderados. El desafío es un diálogo en la verdad, que parta del hecho de que somos seres humanos y somos débiles”.

Lo que le permite al padre Peter vivir en una situación tan difícil es ver “las muchas vocaciones al sacerdocio que están floreciendo en Nigeria. Las iglesias están llenas, incluso los lugares amenazados por la presencia de Boko Haram. Para nosotros todo esto es un don de Dios, una gracia, y debemos aprovecharla. Es tiempo de gracia porque podemos experimentar la presencia del Señor entre nosotros, porque la vida no es un problema que resolver sino un misterio que vivir”.

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