El listón de Don Alberto Rivera

Cultura · Ángel J. Misut
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4 junio 2015
Estimado señor director, Don Alberto Rivera ha situado el listón muy alto porque, sin duda, es el único que puede hacerlo. Y es que, Don Alberto Ribera, es un hombre honrado, decente, íntegro, leal, recto, probo, justo, honorable, digno, incorruptible, inquebrantable, insobornable, sano y, como dicen en mi tierra, “cabal”, en definitiva, el modelo de político que nuestra sociedad necesita.

Estimado señor director:

Don Alberto Rivera ha situado el listón muy alto porque, sin duda, es el único que puede hacerlo. Y es que, Don Alberto Ribera, es un hombre honrado, decente, íntegro, leal, recto, probo, justo, honorable, digno, incorruptible, inquebrantable, insobornable, sano y, como dicen en mi tierra, “cabal”, en definitiva, el modelo de político que nuestra sociedad necesita.

También lo son los más de mil quinientos candidatos electos en las candidaturas de su partido –Ciudadanos– durante las pasadas elecciones municipales y autonómicas. Don Alberto Rivera los conoce a todos, los ha examinado uno a uno, a conciencia, y es capaz de poner la mano en el fuego sin temor a quemarse.

Don Alberto Rivera y los más de mil quinientos candidatos electos son “personas cabales” que jamás han cobrado o pagado en B, que jamás han alargado innecesariamente una baja laboral o se han quedado en casa en lugar de ir a trabajar, simulando una gripe inoportuna, para poder resolver algún asunto personal.

Don Alberto Rivera y sus candidatos electos, cuando han necesitado que una persona cuide de sus hijos, o de sus ancianos padres, han corrido a cumplir la legislación dando de alta en la Seguridad Social a estos empleados, han pagado su estipendio con las retenciones de IRPF correspondientes y siempre han hecho todas sus compras con factura y pagando el IVA, desoyendo ese: “¿cómo lo quiere, con IVA o sin IVA?”, tan popular en nuestros tiempos.

En definitiva, Don Alberto Rivera y sus “candidatos cabales” no han incurrido jamás en esos vicios, tan típicamente ibéricos, que conforman una economía sumergida que constituye el mayor pozo de corrupción de nuestra sociedad. Una vía de corrupción que llegará en este 2015 que vivimos hasta los doscientos cincuenta mil millones de euros, sin lugar a dudas uno de los mayores problemas de nuestro país y, al tiempo, más ignorado. Un problema que deja a las tan execrables y combatibles –insisto– execrables y combatibles, operaciones “Eres, Gurtel, Cursos de Formación, Púnica, etc.” en verdaderas migajas en cuanto a lo que montantes económicos se refiere.

¡Es evidente! Nadie puede cuestionar que Don Alberto Rivera y sus “candidatos cabales” son puros y están “libres de pecado”, por lo que, en consecuencia, están socialmente habilitados para tirar “la primera piedra”. Había otros que parecían estar en la misma situación, pero la realidad supera a la ficción y sus relaciones con las consolidas democracias de Venezuela o Irán, o sus actuaciones en lugares como Rivas Vaciamadrid, nos han traído la amargura de la desilusión.

En cambio, Don Alberto Rivera y sus compañeros no solo son y han sido puros, sino que lo van a seguir siendo en el futuro, por eso pueden situar el listón muy alto. ¿Cómo puede Don Alberto Rivera tener esta certeza tan contundente? El secreto es muy sencillo, nuestro hombre se ha comprado un “Scanner de Conciencias”, el último grito en tecnología política, y tras someterse él mismo a la prueba, ha pasado a todos sus candidatos por el análisis de este artilugio, que le permite asegurarse que, pase lo que pase y caiga lo que caiga, todos ellos seguirán siendo “puros” y jamás meterán la mano en la caja pública.

Pero como Don Alberto Rivera es un hombre honrado, un hombre del pueblo, un hombre que vive de su trabajo y no dispone de demasiado dinero, en lugar de apostar por la tecnología norteamericana o alemana, mucho más cara, su presupuesto no le ha permitido más allá de adquirir un “Scanner de Conciencias” fabricado en un país del lejano oriente. Allí las cosas son mucho más baratas y se adaptaban más a su presupuesto, pero tienen el inconveniente de que fallan más. Un amigo quiso importar diez mil unidades de un producto tecnológico, y cuando preguntó por el control de calidad le respondieron: “Te damos un 20% más de producto y tú te las apañas”.

¿Qué sucederá cuando este fallo ocurra? Porque seguro que en algún momento ocurrirá y algún hombre frágil se le colará al detector. Don Alberto Rivera ha situado el listón tan alto que cuando esto suceda, ¡no tendrá más remedio que dimitir! Y, entonces, habremos perdido un buen político a cambio de nada.

Don Alberto Rivera se debe haber olvidado de que el mal y el bien están tan pegados al corazón del hombre, incluso al de sus “candidatos cabales”, que es sencillo equivocarse y optar por el camino erróneo.

La clave, Don Alberto, no es encontrar candidatos puros, sino educar a la sociedad española para que no tolere la corrupción, para que no sea permisiva con ella, como sucede ahora, sin duda porque todos, de alguna manera, estamos implicados.

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