El impresionismo francés… y Berta Morisot

Cultura · Elena Simón
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2 febrero 2012
El museo Thyssen Bornemisza organiza la primera exposición monográfica en España de la pintora impresionista francesa Berthe Morisot.

El impresionismo comenzó su historia particular en Francia en 1874, como una vanguardia antiacadémica rechazada por la crítica, que exponía en la galería del marchante de arte Durand-Ruel, su gran valedor, al margen de las exposiciones oficiales del Salón de París. Sus artistas Pissarro, Monet, Degas y Berta Morisot, entre otros, defendían una pintura realizada preferentemente al aire libre, que captase con inmediatez la luz y la atmósfera a través de toques de color rápidos, con tonos puros (rojo, azul, amarillo), el blanco, tan relacionado con la luz, y los complementarios (violeta, naranja y verde), en un rechazo total de los oscuros como el negro, gris o marrón que afirmaban no existen en la naturaleza. Por ello el impresionismo es la pintura de los colores que saltan de la "joie de vivre".

Berta Morisot (1841-1895) pertenecía a una familia de la alta burguesía y se inició en la pintura junto a su hermana Edma con el apoyo de la madre. Copió en el Louvre a Tiziano y Veronés, y con 19 años contactó con Corot quién la introdujo en la pintura al aire libre. Cuatro años más tarde aprende a esculpir, y su padre les proporciona un estudio. Traba amistad y admira a Eduardo Manet, que la retratará hasta en diez ocasiones. Con 31 años viaja por España, viene a Madrid, Toledo, El Escorial, sólo dispuesta a ver pintura, con los ojos puestos -como su maestro Manet- en Velázquez y Goya. Se casa con Eugéne Manet, hermano del pintor y tres años más tarde nacerá su querida hija Julia. Participa activamente en las ocho exposiciones impresionistas. Viaja a Inglaterra para ver a Turner y Constable.

Amante de las tertulias, los jueves se reunían en casa con artistas amigos como Renoir, Puvis de Chavanne, Monet o Mallarmé (tutor de su hija). Expuso en Nueva York y Bruselas. Su salud, siempre delicada, se quebró en 1895 con 54 años, a causa de una gripe. Su hija Julia junto a Mallarmé, Degas, Monet y Renoir organizaron a continuación una gran retrospectiva con 394 obras de las 700 que componen su repertorio.

Su estilo totalmente colorista se inicia con una pincelada corta y rápida -la esencia impresionista- obteniendo efectos de luces y transparencias magníficos. Su obra es como un diario de la vida, las amigas, su marido Eugene, su hija Julia a la que retrató en tantas ocasiones. Espacios interiores llenos de luz y color. Marinas de ágil pincelada y gran precisión atmosférica. Más tarde incorporará tanto en las figuras femeninas como en el paisaje un trazo largo y delicado, con poca pasta de color y toques largos que se deslizan suavemente sobre el lienzo en contraste con su estilo inicial. Apenas conocida por su condición de mujer, sin duda ésta es la ocasión para saborear a esta deliciosa protagonista del Impresionismo francés.

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