El imán de Al Azhar, la modernidad del islam y sus enemigos

Mundo · Fady Noun
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3 mayo 2017
Detrás de la mirada oblicua de Ahmad al Tayyeb, gran imán de Al Azhar, que le asemeja en cierto modo a un animal atrapado, se esconde alguien “extremadamente tímido”, asegura el exministro libanés de Cultura, Tarek Mitri. Le conoce desde la época universitaria que pasaron juntos en París: uno estudiaba la filosofía de las relaciones internacionales, y el otro la filosofía de las religiones. Nos encontramos muy lejos de las imágenes de feroces “guardianes del dogma” o “grandes inquisidores” que uno podría hacerse al seguir su carrera pública.

Detrás de la mirada oblicua de Ahmad al Tayyeb, gran imán de Al Azhar, que le asemeja en cierto modo a un animal atrapado, se esconde alguien “extremadamente tímido”, asegura el exministro libanés de Cultura, Tarek Mitri. Le conoce desde la época universitaria que pasaron juntos en París: uno estudiaba la filosofía de las relaciones internacionales, y el otro la filosofía de las religiones. Nos encontramos muy lejos de las imágenes de feroces “guardianes del dogma” o “grandes inquisidores” que uno podría hacerse al seguir su carrera pública.

Hijo del jeque de una “tarika”, una vía sufí del Said (Alto Egipto), Ahmad el-Tayyeb, 71 años, cuenta con una sólida formación filosófica adquirida en la Sorbona, en los cursos de Paul Ricoeur. “Su pensamiento religioso está formado por una parte por el misticismo y por otra por la filosofía”, precisa Tarek Mitri. “No es un ‘fakih’, un jurista o un canonista”.

En el discurso que pronunció en la universidad de Al Azhar el pasado 27 de abril, el imán reclamó al existencialismo y habló de la posmodernidad. ¿Solo exhibicionismo? El exministro libanés no opina así: “Cuando se expresa en público, el imán se encuentra con una lógica de choque entre la fe religiosa y el nihilismo moderno. Pero en realidad es un hombre que dialoga con la modernidad. Está por tanto el hombre y su función. En público, su función toma todo el protagonismo, pero creo que le preocupa mucho conseguir que el mensaje religioso resulte plausible, creíble a los ojos de los ‘modernos’. Es consciente de que hay una modernidad llena de angustia en el mundo musulmán”.

En el ámbito público, el gran imán de Al Azhar, nombrado por el entonces presidente Hosni Mubarak en 2010, cuenta sin duda con la aprobación de muchos, pero también es objeto de amplias críticas. Los fundamentalistas lo detestan y el poder político conspira para echarlo. En 2011, durante las jornadas revolucionarias que acabaron con Mubarak, los revolucionarios le acusaron de ser un aliado del régimen. Él, sin ser revolucionario, era muy sensible a lo que los jóvenes reclamaban. Por eso, los que ostentaban el poder perdieron la confianza en él, sospechando que era demasiado favorable a las nuevas ideas.

“Como un hecho sin precedentes –califica Mitri– el imán decidió hacer de Al Azhar un lugar de diálogo. Creó la Beit el A’ila el Masria (la Casa de la familia egipcia), un lugar donde todos los líderes religiosos cristianos se sienten como en casa e intentan resolver y desatascar las tensiones confesionales, alcanzar soluciones puntuales a problemas puntuales, como hace una familia. Durante los últimos dos años ha reunido en varias ocasiones a intelectuales islamistas más o menos moderados, así como liberales musulmanes y cristianos. De ahí ha nacido un compromiso con la noción de Estado constitucional. También ha proclamado –después de consultarlo con gran número de intelectuales de todas las posiciones– una carta de libertades que llegan muy lejos: libertades artísticas, libertades intelectuales e incluso libertad de conciencia, aunque sin utilizar esta palabra. En definitiva, ha intentado infundir el concepto de ciudadanía en el mundo islámico”.

El nombre del imán de Al Azhar fue calurosamente aplaudido en la misa celebrada por el Papa el pasado 29 de abril. Citado en los agradecimientos finales por el patriarca de los coptos católicos, su nombre contó con el aplauso de la multitud, junto a los del presidente Al Sisi y Tawadros II. “Dulce consuelo en medio de tantas amarguras”, comenta Terek Mitri tras la visita de Francisco.

Fady Noun es redactor jefe de Le Orient Le Jour

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