El Hobbit: la desolación de Smaug
J.R.R. Tolkien fue capaz de crear un universo, que ha atraído a millones de lectores en todo el mundo y de la que ha salido el gran libro: El señor de los anillos, que es una alegoría al cristianismo a la que sólo se le acerca Las crónicas de Narnia de C.S. Lewis, aunque la de Tolkien se dirige a un público más adulto por su cantidad de matices. Peter Jackson filmó la trilogía de El señor de los anillos, por la que ganó varios óscar, lo que le ha servido para sacarse de la manga otra saga de tres episodios, que tal vez sea excesiva por la brevedad de un libro como El Hobbit (anterior a la publicación de su exitosa obra, que fue rescatado gracias al interés suscitado). Este año se estrena la segunda parte. Tanto la primera parte El Hobbit: un giro inesperado como la cinta en cuestión me han parecido mejor como historia de aventuras que su predecesora, a pesar de que no posea ni la profundidad, ni el mensaje tan positivo de su hermana “mayor”.
La historia empieza justo en el momento en el que terminó la anterior. Y es que Bilbo y sus amigos liderados por Thorin continúan su viaje para enfrentarse a Smaug, el dragón, para poder conseguir el ansiado tesoro, contando con la ayuda de dos valientes elfos Tauriel y Legolas, interpretado por un insípido como siempre Orlando Bloom.
Su director también es recordado por Lovely bones o King Kong. En esta ocasión sigue sacando tajada de la genialidad, no obstante, a juzgar por los comentarios de las personas que salían de la sala, daba la impresión de que muchos de ellos estaban molestos con un final al que se le notaba demasiado que buscaba dejar con la miel en los labios a todos los que se acercaron a verla. Cambiando de tema, estamos ante una gran cinta de aventuras que no pierde el interés ni el ritmo en ningún momento. La trama principal está enriquecida con una serie de sub-tramas que le dan consistencia, lo que la acabará convirtiendo en uno de esos largometrajes imprescindibles en el género de aventuras sólo comparables a las más grandes como por ejemplo: Scaramouche, El temible burlón, el Halcón y la flecha, Robin de los bosques o Indiana Jones. La ambientación, la fotografía y el montaje siguen siendo su mejor carta de presentación.
Nos parece interesante la evolución de los personajes, ya que vemos como Escudo de Roble por su avaricia y Bilbo (Martin Freeman) por la influencia del anillo ya no son los mismos frente a Gandalf, que es consciente de lo que hay en juego y se esfuerza por no dejarse vencer ante el rival al que se enfrenta.
Finalmente, la película sigue hablando sobre la lucha de las fuerzas del bien frente a las del mal. Se destaca el valor de la unidad para hacer frente a las dificultades. La amistad y la lealtad siguen presentes en varias situaciones. Otra lectura interesante es el de la idea de que cada vez que ocurre un hecho extraordinario, aparece la luz a la que se puede dar un sentido espiritual porque hasta en situaciones desesperadas siempre hay motivo para la esperanza en un relato, que está cargado de situaciones oscuras.