El grito de cada hombre expresado en una de las obras más célebres del pintor noruego Munch

Edvard Munch, uno de los predecesores del Expresionismo, con una infancia trágica, refleja vivencias personales en sus obras. Pues el mismo pintor afirma que no se deberían pintar más interiores con hombres leyendo y mujeres bordando. Debería pintarse gente viva, que respira, siente, sufre y ama.
Hoy mostramos su obra más célebre, El Grito, en donde se expresa la angustia absoluta, la soledad del hombre ante la vida y la muerte, reflejo de la incomunicación. Un hombre que siente el grito enorme, infinito, de la naturaleza.
Al contemplar esta obra resulta inevitable que surja en nosotros esta pregunta, ¿existe un hombre que sea capaz de responder a esta angustia expresada en el rostro?, ¿es posible volver a comenzar, tener ganas de vivir intensamente cada instante, a pesar de las circunstancias? Nos detenemos, miramos a nuestro alrededor y comprobamos que sí.
La última palabra no es la enfermedad, la muerte, la angustia, es decir, las circunstancias, sino saber que somos amados cada instante. El tiempo corre a nuestro favor.