El Gobierno mudo
Un nuevo acuerdo más ágil, capaz de controlar efectivamente las políticas económicas de los que quieren estar dentro del club. Si a cambio de ese rigor, que tendría efectos pedagógicos para la Europa de los nuevos derechos que no conoce deberes, Merkel está dispuesta a dar vía libre a los eurobonos y a una mayor intervención del BCE, podemos felicitarnos.
Necesitamos el euro y necesitamos más política para mantenerlo vivo. Un fracaso el próximo 9 de diciembre sería un desastre. Esta refundación de la moneda única y de las instituciones europeas se produce, paradójicamente, cuando en España no hay Gobierno. El saliente no puede ni debe decir nada. Y el entrante tampoco. España necesita estar en la primera velocidad. Paradójicamente nos encontramos una situación como la que se encontró Aznar cuando muchos aseguraban que no íbamos a cumplir con los criterios de convergencia que permitían entrar en la moneda única. Los cumplimos y, en nuestro caso no se hizo trampas como sí se hicieron con otros países.
Rajoy tiene que convencer a Merkel y Sarkozy de que vamos a ser rigurosos y de que, con la fórmula que sea, merecemos estar entre los elegidos. La solución de las reuniones silentes con los banqueros, los agentes sociales y los presidentes de las Comunidades Autónomas tiene ese objetivo. La semana pasada, tras las reuniones con los banqueros, no se dijo nada. Esta semana sí se ha dicho: la reforma laboral será inmediata, Castilla La Mancha, Comunidad de referencia en el PP, afronta otro recorte. Es paradigmático que el miércoles UGT saliera de Génova diciendo que no acepta plazos para el cambio de la legislación.
Dicho de otro modo, con los socialistas no se puede contar. ¿Y con la opinión pública, con la gente se puede contar? Éste es el gran reto: que los españoles de a pie entendamos que el mundo en el que vivíamos hasta 2008 ha desaparecido y que tenemos por delante una gran oportunidad para construir otro mejor y real.