El fracaso y la complacencia
´No conozco la clave del éxito, pero sé que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo´ (Woody Allen). Uno de los intervinientes en el debate de investidura definía así la actuación de Pedro Sánchez. Es posiblemente el mejor resumen de lo que estamos viviendo.
Pedro Sánchez está intentando amalgamar Ciudadanos, PNV, Podemos… con el único argumento coincidente del rechazo a Rajoy (y sin que parezca que las consecuencias prácticas de lo que exigen unos y otros le preocupen demasiado). Sería más fácil asumir que su pacto con Ciudadanos solo puede salir adelante con la abstención del PP, arrojando así la pelota de la “responsabilidad de Estado” en el tejado de Rajoy. Pero no: no renuncia a liderar un “Frente Popular”.
La verdadera política la están jugando otros: Albert Rivera aparece como el adalid de la moderación, con una actitud constructiva de cara a facilitar la gobernabilidad y alejar extremismos. Si hay unas nuevas elecciones sus votantes le seguirán prefiriendo, pues ya no está claro que el PP sea el destino natural del voto útil.
Pablo Iglesias sabe que es ahora o nunca: o se hace con un poder real para controlar las instituciones e instalarse en el poder… o Podemos acabará desinflándose como consecuencia de sus tensiones internas, su catastrófica gestión de los asuntos públicos, o su cada vez mayor parecido a “la casta”.
¿Y el PP? Ni está ni se le espera.