Violencia en México

El Estado no es suficiente

Mundo · Laura Juárez (México D.F.)
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3 mayo 2010
Aunque el Gobierno mexicano mantiene firme la lucha contra el crimen organizado, ha cambiado un poco el tono del discurso. Las muertes violentas de personas inocentes, entre ellas niños y jóvenes estudiantes, víctimas del fuego cruzado entre las autoridades y el crimen organizado, se acumulan y pesan cada día más a la opinión pública. Por otra parte, no toda la violencia se debe a la lucha contra el crimen. Para quien está atento, las noticias parecen hablar cada vez más de cierta violencia generalizada que permea también las relaciones familiares y sociales. La dimensión del problema sugiere que la fuerza coactiva del Estado no es ni será nunca suficiente para acotarlo. De hecho, en días pasados, el mismo secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, afirmaba que para combatir la violencia al Estado le correspondía el uso de la fuerza pública y a la sociedad, la promoción de "una cultura de respeto a lo humano".

La provocación lanzada por el secretario, que parece haber pasado desapercibida para muchos, es una ocasión de trabajo y diálogo que no debe desaprovecharse porque, ¿qué es en realidad "lo humano"? En el tema de la violencia, se privilegian con frecuencia los análisis socio-económicos y se cae en el error de pensar que si el Gobierno diera más dinero a los pobres el problema no existiría. Sin embargo, ¿somos "algo" más allá de nuestros antecedentes familiares, culturales y sociales? Esas evidencias y exigencias que nos constituyen y nos mueven cada día -de belleza, bondad, justicia, amor y felicidad-, ¿de dónde vienen? A veces, también se piensa ingenuamente que la solución es inculcar una ética o "educar en los valores". Pero descubrir el valor que tiene mi persona y cada aspecto de la realidad puede partir sólo de lo positivo que está al fondo de mí.

Tiene razón Gómez Mont al subrayar el papel de la sociedad en el combate a la violencia. Sin embargo, más que una tajante división de responsabilidades entre el Estado y la sociedad, la recuperación, protección y desarrollo de la persona, de "lo humano" que cada uno porta, es una tarea común en la que cada uno contribuye desde su ámbito. Por esto, además de exigir justamente que se esclarezcan y cesen las muertes de civiles inocentes, la sociedad tiene que recuperar su fuerza y vocación educativa. Y también por esto, el papel del Gobierno no se reduce al uso de la fuerza, sino sobre todo a  la promoción de una libertad efectiva para las experiencias y realidades, desde los padres de familia hasta las comunidades religiosas, que a todos niveles acogen, construyen y rescatan lo humano.

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