El Dios de Darwin
Darwin no consideró la ley de estabilidad genética (toda especie engendra seres de su misma especie) y proclamó que una especie surge de otra. El eslabón perdido entre monos y humanos se pone en entredicho: Los austrolopitecus y homo-habilis eran monos cuadrúpedos mientras que el homo-erectus y sapiens eran hombres, atendiendo al análisis de los canales semicirculares del oído interno. Quizá el mismo Darwin expresó su perplejidad al afirmar: "Siempre surge en mí la horrenda duda de si las convicciones de la mente del hombre, que se ha desarrollado a partir de la mente de animales inferiores, tienen ningún valor o son en absoluto dignas de confianza. ¿Confiaría nadie en las convicciones de la mente de un mono, si es que hay convicciones algunas en una mente así?". O en la frase: "la vida insuflada por el Creador", añadida en la 2ª edición de su obra maestra.