El desafío a Europa, a abordar por la sociedad civil

Mundo · Francisco Medina
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2 febrero 2017
El pasado 26 de enero tuvo lugar en el Colegio Mayor Roncalli una mesa de estudio dedicada a los Refugiados, fruto de la iniciativa de la Asociación Principios en colaboración con Sociedad Global, cuyo objeto era abordar la problemática en los países de origen, constituyendo la segunda de las mesas organizadas para tratar un fenómeno de carácter global, en línea con lo que se había tratado al abordar la problemática en los países de acogida.

El pasado 26 de enero tuvo lugar en el Colegio Mayor Roncalli una mesa de estudio dedicada a los Refugiados, fruto de la iniciativa de la Asociación Principios en colaboración con Sociedad Global, cuyo objeto era abordar la problemática en los países de origen, constituyendo la segunda de las mesas organizadas para tratar un fenómeno de carácter global, en línea con lo que se había tratado al abordar la problemática en los países de acogida.

La complejidad del fenómeno –del drama, para ser más exactos– de los refugiados exigía preparar una mesa de contenido, cuyos ponentes se hubiesen fajado tanto a nivel jurídico como en la experiencia sobre el terreno. Y como quiera que la sociedad necesita tomar conciencia de lo que se nos viene, parecía conveniente abordar el tema desde un doble enfoque: desde la óptica jurídico-institucional; y desde la perspectiva de la experiencia en terreno. Y qué mejor que contar con Fernando de Haro, como moderador, cuya experiencia en el drama de los cristianos perseguidos es más que acreditada; Cristina Gortázar, catedrática de Derecho Internacional de ICADE (Universidad Pontificia de Comillas), con un amplio conocimiento sobre las implicaciones jurídicas del Derecho Internacional Humanitario; María Fuentenebro, experta en Acción Humanitaria en países en conflicto –Guatemala, Sudán, Sudán del Sur– y con experiencia en diversos organismos de ONU (entre ellos, el PNUD o el Programa Mundial de Alimentos); o con Irene López, graduada en Relaciones Internacionales y con experiencia en el terreno en campos de refugiados.

Ciertamente, el tema es de una enorme complejidad. Para centrar la cuestión, se partió de las causas del fenómeno de los refugiados, del drama que lleva a miles y miles de familias a abandonar su país. A continuación, se examinó y se valoró la actual política llevada a cabo por la Unión Europea, a la luz de la experiencia de cada ponente; para, finalmente, poder aportar soluciones a largo plazo con objeto de afrontar el fenómeno.

Que el fenómeno de las causas que llevan a los refugiados a salir de sus países no puede abordarse de forma simplista es algo que Cristina Gortázar nos dejó claro, al exponernos la escalofriante cifra estimada de 240 millones de refugiados –entre voluntarios y forzosos–; ciertamente, resulta problemática la tradicional distinción entre el concepto de refugiados que recogen tanto la Convención de Ginebra como el Protocolo de 1969 y el de inmigrantes económicos, que no oculta el drama de unos 60 millones de migrantes forzosos (siendo refugiados unos 20 millones, sin olvidar a los otros 40 millones de personas que aún no han atravesado las fronteras de sus países). En este contexto, y como señalaba María Fuentenebro, no puede olvidarse el doble papel de la ONU de mantenimiento de la paz y de llevar a cabo el mandato de desarrollo, debiendo tener siempre presente la obligación impuesta por el Derecho Internacional Humanitario de garantizar la protección internacional a los refugiados. Irene López hablaba de varias causas, como los Estados frágiles, los conflictos o el cambio climático, algo que fue señalado también por Fernando de Haro, al referirse al continente africano.

En cualquier caso, quedó claro, a juicio de las ponentes, que el llamado “Acuerdo” suscrito entre la Unión Europea y Turquía constituye, en el fondo, una externalización del problema migratorio (Irene López también lo relacionaba con España respecto a Marruecos).

La valoración de la política europea en este tema fue prácticamente unánime. Cristina Gortázar, por ejemplo, en relación las medidas adoptadas a nivel comunitario –en el seno de la Social-Economic Analysis Committee– o las Directivas, señalaba que ni siquiera el llamado pasillo humanitario resultaría suficiente si se siguen manteniendo medidas tales como visados restrictivos o duras sanciones.

María Fuentenebro hacía hincapié en la responsabilidad de algunos de los cinco grandes miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en el origen y desarrollo de los conflictos. La Unión Europa no está libre de culpa por incumplimiento del Derecho Internacional Humanitario, al acoger únicamente al 10% de los refugiados, obligando a los PVD (países en vías de desarrollo) a asumir parte de una tarea que es de Europa.

Y una visión más global y compleja, por supuesto, obliga a prescindir de soluciones simples. Así lo recalcó María Fuentenebro, al destacar que, en tanto no se dé una solución política a los conflictos no podrán darse verdaderas soluciones. Destacó los casos de Siria, República Centroafricana o el Congo; citando, asimismo, el caso de Guatemala, en el que la Ayuda Oficial al Desarrollo iba destinada exclusivamente al fortalecimiento de estructuras estatales sin asegurar que fuera también destinada a las personas.

Cristina Gortázar señaló que, en el año 2015, únicamente se otorgaron 330.000 estatutos de protección, señalando que España era uno de los países que menos estatutos había concedido, por debajo de Suecia, Alemania o incluso Malta. Y es que, si se establecen cuotas de reasentamiento, éstas han de ser obligatorias para todos los miembros de la Unión Europea, en línea con el principio de que “quien no asume la cuota, paga”.

Irene López sostenía la vía del pasillo humanitario como modo de asegurar una vía legal de entrada. A su juicio, cada denegación de visado, cada traba burocrática o cada verja o muro disuasorio construido… son oportunidad para las mafias.

No podía quedar fuera la inquietud –planteada en las preguntas de los asistentes– de que la llegada y acogida de los inmigrantes incremente el riesgo del yihadismo. En este punto, Fernando de Haro puso delante de todos su experiencia en países donde las comunidades cristianas están perseguidas (Nigeria, Siria, Iraq…), señalando la percepción cada vez mayor –el caso de Oriente Medio– de que es Europa quien está exportando el yihadismo. Y es que, ciertamente, si se observan los últimos atentados cometidos por el Estado Islámico en nuestro continente han sido obra de la llamada tercera generación de inmigrantes –que ya son europeos–. Irene López, en este sentido, hablaba de una Europa-fortaleza, replegada sobre sí misma, miedosa del otro. Este miedo, como sostiene Fernando de Haro, es un reflejo de una sociedad europea con una identidad débil. La realidad es que, citando al Papa Francisco, finalmente, por mucho que nos empeñemos, “todos los muros se derrumban. Los muros nunca son solución. Los puentes sí”. Confiemos en que esta propuesta, que ha reunido a Principios y a Sociedad Global, y que ha atraído a unos 80 asistentes, se extienda como las ondas del agua al caer la piedra… y formen una verdadera sociedad que sale al encuentro… porque está cierta de su identidad.

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