El debate que no habíamos visto
Dicen algunos que no se habló de Europa y que eso lo devaluó. Son purismos para distraer la atención. Se habló del modelo social, de qué derechos se deben proteger y de qué modo. Y eso es Europa, eso es lo que más se discute en el Parlamento Europeo.
La personalidad de Mayor Oreja permitió que en el debate se hablara no sólo de economía o de relaciones internacionales, también de la relación entre el Estado y la persona a través de tres cuestiones concretas: la educación, la familia y la vida. El cabeza de lista del PP sacó los tres temas por iniciativa propia y obligó a Juan Fernando López Aguilar a definirse. El líder socialista, ante la contundencia con la que se mostró su oponente en este terreno, le acusó de defender valores que no comparte la mayoría de la sociedad española y de estar a la derecha de la derecha. Mayor no se amilanó y después de criticar que el aborto se convierta en un derecho y de denunciar la falta de políticas familiares, respondió con un argumento decisivo: no es el PP el que quiere imponer un modelo de sociedad, es el PSOE el que utiliza al Estado para hacerlo.
Era el debate que no habíamos visto hasta el momento. Una discusión a fondo sobre el gran eje de la política socialista de los últimos cinco años, su proyecto radical. Mayor volvió a repetir una de las ideas que está utilizando machaconamente en las últimas semanas: ese proyecto divide a los españoles en los valores sobre los que construir la sociedad. Es muy probable que el primer debate no haya servido para mover muchos votos. Pero ha tenido una gran utilidad. Ha roto el tabú sobre lo que en la política es políticamente correcto. Ha mostrado cómo de eficaz puede ser la oposición cuando desenmascara la pretensión de imponer desde el poder una concepción del hombre y de la vida. Esa pretensión es la que divide a la sociedad. Lo hemos oído decir en un debate electoral.