El debate que construye

España · Juan Carlos Hernández
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11 noviembre 2019
El pasado viernes 8 de noviembre la Compañía de las Obras (CdO) organizó una mesa redonda con la intención de debatir acerca del manifiesto que esta asociación había publicado con motivo de la cita electoral del 10-N. La mesa estaba compuesta por Francisco Romo (director de Colegios FUSARA), Luis Rubalcaba (catedrático de Política Económica de la UAH) y Raúl Jiménez (coordinador del Área de integración de CESAL) miembros de la CdO que habían participado en la redacción de dicho manifiesto, y que se confrontaban con Mikel Buesa (catedrático de Economía de la UCM) y Fernando Palmero (columnista de El Mundo).

El pasado viernes 8 de noviembre la Compañía de las Obras (CdO) organizó una mesa redonda con la intención de debatir acerca del manifiesto que esta asociación había publicado con motivo de la cita electoral del 10-N. La mesa estaba compuesta por Francisco Romo (director de Colegios FUSARA), Luis Rubalcaba (catedrático de Política Económica de la UAH) y Raúl Jiménez (coordinador del Área de integración de CESAL) miembros de la CdO que habían participado en la redacción de dicho manifiesto, y que se confrontaban con Mikel Buesa (catedrático de Economía de la UCM) y Fernando Palmero (columnista de El Mundo).

El presidente de la CdO, Juan Sánchez Corzo, moderaba el acto y comenzaba parafraseando el título del manifiesto “Necesitamos que vuelvan las políticas y el buen gobierno”. Sánchez Corzo afirmaba que todos vivimos en una “negociación continua”: cuando trabajamos discutimos con los compañeros, ponemos en común ideas; con mayor o menor facilidad nos corregimos y nos dejamos corregir; de igual manera, hacemos concesiones en nuestro ámbito personal. No siempre salimos contentos de estas situaciones, a veces nos parece haber perdido, pero muchas otras nos alegramos del resultado final, sencillamente porque avanzamos.

Como hipótesis de partida el moderador proponía mirar la búsqueda del deseo de felicidad frente a la realidad como punto de partida, como motor que nos mueve en el día a día.

En una primera ronda con los ponentes, Francisco Romo destacaba que “cuando los hombres construyen juntos se supera la ideología. Cuando dos profesores miran el problema de un chaval se sienten unidos a pesar de que piensen distinto. Es mirar la propia realidad lo que te permite superar la ideología”. Luis Rubalcaba comenzó alertando del peligro de “cuando las discusiones se plantean en el plano de las ideas y se renuncia a someter esas ideas a la experiencia. Las propuestas del manifiesto son originales porque nacen de una experiencia que es original. Sin la confianza en las relaciones no puede haber un ámbito de seguridad y si no hay una estabilidad económica y política en el país, es más difícil conseguir esta confianza”.

Por otra parte, Raúl Jiménez, miembro de la ONG CESAL, que trabaja con jóvenes inmigrantes, aseveraba que “la inmigración no es un problema, de hecho necesitamos inmigrantes para poder completar nuestro mercado laboral, el problema es cómo integrarla. Dependiendo de las políticas que pongamos en marcha se puede generar un problema si no se integran bien. Se tiene que trabajar desde Europa por que los flujos sean regulados. Pero la cuestión es que hacemos con los que ya están aquí”. Jiménez desafiaba diciendo que “podemos tener un miedo a que nos quiten cosas pero, ¿eso se resuelve levantando muros o soy yo el que tiene que abrirse al otro?”.

Fernando Palmero comenzó agradeciendo este manifiesto por “tomarse la molestia de reflexionar sobre los problemas de la sociedad española que, aun con particularidades, son básicamente los mismos que en Europa”. El columnista de El Mundo comparaba el espíritu de ilusión que supuso un impulso en Europa como fue la caída del muro de Berlín y, sin embargo, “30 años después, ¿por qué hemos pasado de ese espíritu optimista a levantar muros hoy en día? La irrupción de los populismos y la globalización transforma la sociedad en la que estamos”.

Mikel Buesa comenzó su intervención recordando que “en España el diálogo se ha convertido en la necesidad ineludible de la política ya que estamos forzados por el sistema electoral que tenemos”. El exUPyD insistió en que “en lugar de buscar un diálogo racional lo que predomina en la derecha es el sentimiento y en la izquierda la identidad. Ni con identidades ni con sentimientos se puede hacer un diálogo racional”. “El sentimiento es la lente que permite conocer”, disentía Francisco Romo, “no podemos separarnos del sentimiento para conocer”. A lo que Buesa replicó que “la política debe ser lugar de lo común y lo común no es ni identitario ni sentimental”.

Buesa prosiguió lamentando la falta de realismo en muchos de los debates que dominan la escena política como, por ejemplo, la cuestión sobre la conveniencia de subir o bajar los impuestos. “Habrá que ver qué es lo que necesitamos recaudar para ver los impuestos que necesitamos ejecutar, lo cual llevaría a una reforma profunda del sistema fiscal”. Acerca de la inmigración, Mikel Buesa ponía en común con el representante del CESAL que “en España no tenemos un problema de integración de inmigrantes, al menos de momento. El hecho de que tengamos afinidades culturales hace que se favorezca la integración”.

El debate continuaba ágil y lleno de provocaciones. “Existe una disociación entre el que va con la bandera verde de la ecología y que, al mismo tiempo, lleva el coche más contaminante. Existe una disociación entre nuestra experiencia y nuestras ideas”, insistió de nuevo Luis Rubalcaba. Que también ponía el acento ante el problema del cortoplacismo económico. Ante la provocación de Buesa sobre los impuestos, denunciaba que no se puede bajar impuestos sin decir de dónde se va a sacar el dinero. “No puedes tomar decisiones sin tener en cuenta sus consecuencias, como harías en tu vida privada. Si quieres hacer un gasto en casa piensas en tus hijos. Este podría ser un paradigma también valido a nivel estatal”.

El representante de CESAL explico la situación de los MENAS, los menores extranjeros no acompañados que cruzan el estrecho. La mayoría de ellos son marroquíes y la Comunidad Autónoma se hace cargo de ellos hasta su mayoría de edad, cuando se quedan en la calle. Con 18 años pueden estar en España pero no tienen permiso de trabajo. Ante el sinsentido de esta situación se preguntaba en voz alta. “¿Qué esperamos, si no le podemos dar esperanza?”. Ante esto proponía ir formándoles en un oficio y luego permitirles acceder al mercado laboral al cumplir la mayoría de edad.

Fernando Palmero redimensionó el desafío de la inmigración a nivel europeo, ya que “la Unión Europea es incapaz de articular una política de inmigración común y cada país adopta la suya”. También subrayó la situación indigna de tener que pagar a países dictatoriales para que actúen como muro frente a la inmigración. Ya en clave nacional Palmero destacaba, como Buesa, que se ha “sentimentalizado” la política. Sobre la identidad, que es necesaria para forjar personas seguras según Romo, matizaba el articulista que se convierte en peligrosa cuando “para construirla la sustento en el rechazo al otro como vemos en Cataluña”.

Sobre Cataluña, el periodista de El Mundo subrayaba que quiere que la siga defendiendo la OTAN, quiere seguir siendo parte de la UE… pero que, al igual que en el País Vasco, quieren privilegios fiscales. Buesa reaccionó diciendo que era económicamente inviable que Cataluña tenga los privilegios fiscales que tienen en el País Vasco y que en Cataluña al principio el independentismo podría buscar una mera ventaja económica pero ahora se ha derivado en buscar la independencia pura y dura.

Retomando el tema educativo, Romo insistió en la necesidad de que los centros educativos tengan la necesaria autonomía y se quejó de la excesiva presencia del Estado, que hace perder grandes energías en la burocracia.

El moderador finalizaba el acto animando a “hacer un ejercicio de aportar a la sociedad en lugar de estar abocados a la queja. Realizar una contribución positiva es lo que hemos querido hacer con este manifiesto”.

En los corrillos, a la salida del acto, los asistentes salían agradecidos de ver cómo un debate puede ser un lugar donde cada uno se pone en juego desde su experiencia, donde a veces se discrepa, otras se nos corrige y se escucha con atención al otro porque es la oportunidad de que mi juicio se haga más verdadero.

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