El debate de ideas, vivísimo

En la vieja Europa la línea que separa a los partidos políticos viene marcada cada vez más por su concepción de lo humano más que por cuestiones económicas o geoestratégicas como sucedía en el pasado. Hoy es el aborto, la concepción de la sexualidad y del matrimonio o el papel del Estado y la familia en la educación lo que genera los grandes debates y las movilizaciones callejeras como hemos visto en los últimos años en España y más recientemente en Francia. Las grandes ideologías enfrentadas por un modelo de organización estatal y económica son cosa del pasado; hoy las concepciones que se enfrentan son sobre el ser humano: por un lado está la idea inspirada en la tradición del humanismo cristiano de raíz griega y, por otro lado, la nueva concepción del hombre propia del laicismo seudoprogresista de género. Este es el frente del debate intelectual y político en las viejas sociedades europeas y en los territorios culturalmente afines.
En estas circunstancias, si un partido político –como el PP, por ejemplo– renunciase a tener postura propia en estas cuestiones, quedaría progresivamente reducido a un papel accesorio o circunstancial en el mercado electoral por expresa renuncia a posicionarse sobre los temas de verdad apasionantes para el electorado, como sucede en una sociedad polarizada alrededor del debate nacionalista cuando un partido en ese tema no se posiciona con claridad ni a favor ni en contra sino que pretende jugar a todas las posturas a la vez. Este es el riesgo actual del PP en España: equivocarse creyendo que el debate ideológico ha desaparecido y convertirse en una casta tecnocrática de altos funcionarios sin ideas sobre lo humano, algo profundamente poco atractivo para los electores.
No. El debate ideológico no ha muerto, sino que se ha acentuado más aún que en la segunda mitad del siglo XX pues ahora lo que se debate es el hombre mismo. Lo que ha muerto es el viejo debate entre capitalismo y comunismo, entre Moscú y Washington; pero el debate de ideas sigue profundamente vivo y es más apasionante que nunca pues ahora lo que está en juego es el hombre mismo, contar con una sociedad a la medida del hombre o coadyuvar a su destrucción. Quienes quieran tener futuro en la vida social han de posicionarse en este debate. Los cobardes, quienes rehúyan este debate, desaparecerán por insignificantes e irrelevantes.