El `consenso social` o el PP no quiere mi voto

España · J. M. Aizcorbe
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23 septiembre 2014
Ya es oficial, el presidente del Gobierno acaba de anunciar la retirada de la reforma de la ley del aborto de Zapatero en aras a lo que denomina “consenso social”. Ya es oficial también, este humilde servidor y toda su familia anuncian también solemnemente la retirada del voto al PP en las próximas elecciones generales por incumplimiento grave del contrato pactado en el programa electoral.

Ya es oficial, el presidente del Gobierno acaba de anunciar la retirada de la reforma de la ley del aborto de Zapatero en aras a lo que denomina “consenso social”. Ya es oficial también, este humilde servidor y toda su familia anuncian también solemnemente la retirada del voto al PP en las próximas elecciones generales por incumplimiento grave del contrato pactado en el programa electoral que rezaba lo siguiente: “La maternidad debe estar protegida y apoyada. Promoveremos una ley de protección a la maternidad con medidas de apoyo a las mujeres embarazadas, especialmente a las que se encuentran en situaciones de dificultad. Impulsaremos redes de apoyo a la maternidad. Cambiaremos el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida, así como de las menores”.

Efectivamente, el PP ha vuelto a defraudar a la inmensa mayoría de sus votantes, que confiaron en una promesa electoral plasmada por escrito en su programa electoral, anunciada a los cuatro vientos por sus candidatos y refrendada mayoritariamente en las urnas por los españoles en forma de mayoría absoluta, o séase, el mejor consenso social posible.

Y es que, una vez más, al rectificar, el PP popular no sólo no acierta sino que se equivoca doblemente. Se equivoca, en primer lugar, porque el consenso social pretendido sobre el aborto no existe ni existirá nunca entre los votantes concernidos por valores y principios humanistas y cristianos (de base occidental, se llama ahora), a no ser que algunos llamen consenso social a que la masa de votantes del PP se mueva borreguilmente hacia las posiciones relativistas de la izquierda, que al parecer es el propósito indisimulado de algunas de las élites del partido en el Gobierno.

Y en segundo lugar, se equivoca gravemente porque la sociedad española sí está preparada para soportar un cambio de ley, o al menos tan preparada como lo estaba cuando el PSOE sin llevarlo en su programa electoral le hizo pasar este trágala con la aquiescencia de los medios de comunicación afines.

Porque la otra opción, lo cual sería aún peor, es que ahora se quiera disfrazar de consenso social lo que no es sino el habitual complejo “progre” de una parte de la derecha española (ahora en el poder) de hacerse perdonar no sé sabe qué ante una falaz mayoría social y cultural progresista. Lo cual, dicho con todo respeto, es una memez como la copa de un pino. Pero una memez que tiene responsables políticos claros. Imagino que la dimisión del ministro Gallardón, una vez perdida la batalla, era inevitable.

Lo dicho, el PP no quiere ni mi voto ni el de los millones de votantes que piensan que votar a la derecha no es sólo votar economía (ya veremos si remonta finalmente), bajada de impuestos (que tampoco será estupenda tras las pasadas subidas), libertadas individuales y propiedad privada. Votar a la derecha es votar sobre todo por unos principios morales ineludibles y que el PP, casi ya socialdemócrata, está dispuesto por lo visto a abandonar. Pero el hartazgo es ya tan grande entre el votante de derechas que sí, ya finalmente, puede darse por muerto el voto útil. Y es que la nueva consigna es ya: “nunca más con mi voto se permitirá un aborto en España”.

Y es que si existe algún derecho a decidir, no es precisamente el de la mujer con la vida que va a nacer (el aborto jamás fue un derecho), ni tampoco tiene derecho a decidir la parte por el todo (el resto de España). El único derecho a decidir que existe en democracia se manifiesta en el voto individual en las diversas convocatorias electorales, y no hay que ser pitonisa para anticipar que el próximo batacazo electoral del PP será histórico. Arriola, Soraya y compañía ya pueden arrendarse las ganancias, porque esta decisión va a cambiar de golpe el mapa electoral español. O no, que diría aquél. Lo veremos.

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