El comunista que ayudó a la verdadera laicidad

ElPCE que sabe reconocer, tras el referéndum del 77, que la vía de la revoluciónno conduce a nada y acepta la "ruptura pactada" merece el mayor de losrespetos. El PCE que entierra a sus abogados laboralistas asesinados en silencio,con los puños y los claveles en alto, se convierte en referente de paz. El PCEque acepta la monarquía contribuye a la reconciliación de los españoles. Ese esel PCE de Santiago Carrillo. El PCE que pedía la amnistía de todos.
Susecretario general, cuando en las Cortes se debatía la regulaciónconstitucional de la libertad religiosa, se fue a casa de un obispo a prepararsu discurso. Y cuando los socialistas seguían defendiendo un laicismo agresivopronunció estas palabras: "Si nosotros hemos votado el texto del dictamen, noes porque estemos dispuestos a dar ningún privilegio particular a la Iglesiacatólica, ni porque creamos que es una forma vergonzante o solapada de afirmarla confesionalidad del Estado. Entre paréntesis, ése me parece un argumentopeligroso, que puede volverse contra los demócratas y contra la izquierda eldía de mañana. No hay ninguna confesionalidad solapada". Para añadir concontundencia: "Lo que hay, me parece, de una manera muy sencilla, es elreconocimiento de que en este país la Iglesia católica, por su pesotradicional, no tiene en cuanto fuerza social ningún parangón con otrasconfesiones igualmente respetables, y nosotros, precisamente para no resucitarla cuestión religiosa, precisamente para mantener ese tema en sus justoslímites, hemos aceptado que se cite a la Iglesia católica y a otras confesionesen un plano de igualdad. Y si alguien, mañana, aquí, tratara de utilizar esacita para arrancar privilegios injustificados para la Iglesia católica, desdeluego nosotros nos opondríamos terminantemente a él".
ElSantiago Carrillo que pronunciaba esas palabras era un comunista que amaba elbien común, que estaba al frente de gente que hacía política buena, la que sehace desde abajo.