Elecciones autonómicas 2015

El coloquio ante el espejo

España · Antonio Amate
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3 marzo 2015
El “derecho de todos a la educación” y la “libertad de enseñanza” son los dos mantras que más se repiten en cualquier tribuna donde haya un debate educativo en España desde que se inauguró el actual régimen de la Constitución de 1978.

El “derecho de todos a la educación” y la “libertad de enseñanza” son los dos mantras que más se repiten en cualquier tribuna donde haya un debate educativo en España desde que se inauguró el actual régimen de la Constitución de 1978.

Dickens reflejó con gran ironía la rivalidad democrática entre los partidos políticos en su obra “Los papeles póstumos del Club Pickwick”, donde a modo de fina caricatura refleja las actitudes de los partidarios y detractores de ambos, los amarillos y los azules, dominados más por el lenguaje emocional y simbólico que por la racionalidad de los argumentos.

El pulso permanente entre los partidarios de la escuela pública, única y laica (con sus matices de intensidad y agresividad) y los partidarios de la libertad de enseñanza, de la creación de centros docentes con ideario propio y de la capacidad de las familias para elegirlos en condiciones de gratuidad y calidad, es un debate siempre actual y más cuando se acercan citas electorales importantes.

Una perspectiva diferente es poner el centro del debate en la pluralidad y en la igualdad de oportunidades, me refiero a la capacidad de las familias de elegir escuela. Esta igualdad de oportunidades para todos, no sólo para quienes tienen más recursos, exige una financiación suficiente que haga efectiva la gratuidad de las enseñanzas no sólo en los niveles obligatorios, y también del conjunto de servicios educativos que pueden ofrecer los centros: la pública y la concertada, para quien las elija. Y repito, en condiciones equivalentes, por ejemplo sin corralitos como la zonificación.

Expresar esta defensa de la pluralidad y de la igualdad de oportunidades en periódicos digitales como éste no debe quedarse en un mero coloquio ante el espejo, donde lo importante es decir a tus correligionarios y seguidores lo que quieren oír, sino que lo importante es intentar actuar e influir sobre los acontecimientos, que están dirigidos por políticas, por políticos y por los grandes intereses que hay en la educación.

Muchos sindicatos están contribuyendo a dilatar la falla profunda e intransitable que hay entre la enseñanza pública y la concertada, al abandonarse a una estrategia clientelar que les resulta muy cómoda, porque es para estas organizaciones una rentabilísima fuente de recursos sindicales y económicos. Jugar a ser el sindicato único de concertada o por ejemplo ser sindicato único y pro pública ambos de manera excluyente, son hoy mensajes electorales muy habituales. Estas opciones sindicales persiguen una exclusividad corporativa, casi gremial, marcando fuertemente los espacios entre las escuelas públicas y concertadas, confiando en la dialéctica de intereses como única baza negociadora, cuando la realidad es otra bien diferente, y las últimas leyes educativas especifican con claridad que el servicio público de la educación lo prestan los centros públicos y concertados, es decir, conviviendo conjuntamente.

Esta visión reducida del mapa escolar es ineficaz para los intereses generales de la educación en España, pues dinamita continuamente una complementariedad real de ambas redes educativas, que es la verdadera piedra angular, la llave para hacer posible el hipernombrado e inalcanzable pacto por la educación, por otro lado tan necesario.

Para cualquier Administración educativa, el peso numérico, la capacidad y el poder de movilización y de presión de la escuela pública y sus partidarios son un factor decisivo para interpretar las políticas educativas de los últimos años. Desde el punto de vista sindical, falta en España un enfoque global, de conjunto, más colaborativo y que facilite la transferencia de las soluciones en los conflictos de intereses inevitables entre los dos colectivos del profesorado pública-concertada. En ausencia de un poder sindical determinante y con estas características, los equilibrios son dificilísimos o casi imposibles cuando se habla de financiación, que siempre es el verdadero campo de batalla para todas las escuelas del país. Por muchas declaraciones que se hagan, un sindicato no se puede creer realmente la complementariedad de la redes educativas pública-concertada sin tener vocación y compromiso por contar con una presencia significativa entre los dos colectivos de profesores.

La situación actual es la misma de siempre. Una gresca continua entre las redes de centros, y la adopción de soluciones poco salomónicas, casi siempre asimétricas a favor de la enseñanza pública por parte de las Administraciones, que actúan al fin y al cabo como su patronal. Los centros concertados no dejan de ser centros privados con todo lo que ello conlleva desde el punto de vista organizativo y laboral, y con el único argumento para existir y subsistir que la gran demanda social que sustenta los conciertos educativos.

En otras ediciones anteriores de Páginas Digital me he manifestado sin ambigüedades a favor de la complementariedad de las redes educativas, pública y privada-concertada. Y no sólo a nivel declarativo, porque en USO seguimos apostando a contracorriente por crear ese espacio sindical de todos y para todos los trabajadores de la enseñanza sin apellidos, hacer posible entre el profesorado organizado conjuntamente la complementariedad creíble de sus escuelas, que creo con firmeza es la perspectiva más razonable para influir y ser determinantes en la todopoderosa programación general de la enseñanza que otorga nuestro artículo 27 de la Constitución a las Administraciones educativas como gerentes de los recursos públicos.

De cara a las próximas citas electorales, están muy identificados los llamados partidos tradicionales y sus auténticas prioridades educativas sólo con examinar las políticas-actuaciones que están adoptando en las Administraciones que gobiernan: éstas son su verdadero programa en educación. Lo realmente descorazonador son las escasas novedades que aportan los recién llegados: Podemos, o por ejemplo Ciudadanos.

Podemos es la izquierda radical con una nueva marca: “Eliminación de cualquier subvención y ayuda a la enseñanza privada, incluida la modalidad de concertada, destinando el ahorro a la financiación y mejora de los centros públicos”.

Ciudadanos parece menos radical, pero tampoco deja muchas dudas: “En C`s defendemos una escuela pública laica y proponemos la creación de una asignatura específica sobre la historia de las religiones que atienda desde el laicismo los distintos aspectos históricos y culturales de la religión”.

Un pacto por la educación fundamentado en la complementariedad de las redes educativas pública-privada concertada parece que seguirá siendo imposible por los intereses político-sindicales que dominan férreamente el mundo educativo en España a corto y medio plazo. A pesar de ello, desde USO seguimos creyendo en su necesidad, pues en los centros existe un clamor generalizado, habitual en todos los claustros de profesores: menos leyes, consensuadas, más eficaces, realistas y estables en el tiempo.

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