El camino necesario para el bien de todos
El pasado 6 de diciembre de 2015 ocurrió un hecho histórico en Venezuela: por primera en 16 años el chavismo perdía la mayoría en el poder legislativo y por segunda vez (luego de la derrota del referéndum de la constitución del 2007) salía derrotado en una elección. Eso tomó por sorpresa a muchos y rompió varios paradigmas:
– La gente no piensa y es incondicional al chavismo, que sigue siendo la mayoría. A pesar de los muchos beneficios y programas sociales (misiones) que han recibido los sectores populares en Venezuela, por más diezmados y condicionados a una militancia y sumisión al régimen, el voto castigo se impuso. La gente no es incondicional con el gobierno a pesar del riesgo de perder sus beneficios.
– El chavismo controla las fuerzas armadas. A pesar de los pronósticos, las fuerzas armadas se apegaron a la constitución e hicieron respetar los resultados, lo cual no es un dato menor en un gobierno donde la mayoría de los ministros son militares y con fuertes acusaciones internacionales de complicidad con el narcotráfico y contrabando.
– El chavismo esta derrotado. La verdad es que ni ganó la oposición, ni perdió el chavismo, sino que perdió el gobierno (lo cual no es directamente una derrota del chavismo, sino de la implementación del modelo que Maduro y Cabello están haciendo). Por los momentos la oposición encarna la única posibilidad de cambio la cual debe concretar y mostrar que es posible una alternativa distinta al chavismo dentro de un escenario democrático. Pero el chavismo es un fenómeno que sigue muy presente en el pueblo venezolano.
– Existe miedo e indiferencia al voto. La abstención fue del 25,75%, lo cual representa una fuerte disminución comparada con el 33,55% de las elecciones del año 2010. Quiere decir que los pronósticos de abstención tanto del chavismo (por no sentirse identificado con Maduro) o de la oposición (por miedo) no se cumplieron. La gente sigue creyendo en la democracia.
El año 2016 se vislumbra más complicado del punto de vista económico y social que el año 2015. No existen números oficiales porque el Banco Central tiene más de un año sin publicar datos, pero incluyendo control de precios, la inflación se prevé que cierre en 2015 en más de 200% y los niveles de escases de alimentos, artículos de higiene personal y medicinas superan el 60%. Venezuela cerrará 2015 con una tasa de 90 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, una cifra ´histórica´ que lo convertiría en el país sin conflicto bélico más violento del mundo, para un total de 27.875 personas que murieron de manera violenta según el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV).
Frente a este escenario, si bien la oposición con la Mesa de la Unidad (MUD) usando una tarjeta única logró la mayoría con 112 diputados (109 de la MUD más 3 representantes indígenas), es importante saber que allí confluyen distintos partidos políticos y la apuesta por la unidad debe trascender lo electoral. Ya existen muestras positivas de ello, por ejemplo al manifestar públicamente los temas y leyes prioritarias a abordar para solucionar los principales problemas del país, o el hecho que por primera vez la propuesta de la presidencia de la Asamblea Nacional (quedando electo Henry Ramos Allup) se haya dado por votación de los diputados de la MUD y no por un consenso o medición de poder a escondidas, que había sido la tradición en Venezuela desde que tenemos memoria.
Quien no parece entender la necesidad de un cambio es el gobierno central, quien usando la mayoría de una Asamblea que terminaba su mandato y con sesiones extraordinarias en el mes de diciembre designó nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia para impugnar algunos diputados electos de la MUD y quitarle la mayoría a la oposición. Maduro y Cabello tampoco parecen escuchar los deseos de cambio del pueblo y de su misma militancia chavista. Basta con leer las opiniones de muchos analistas chavistas en el portal www.aporrea.org pidiendo un proceso de rectificación y cambio.
Tanto para el gobierno como para la oposición el reto es el mismo, dejar de lado las ideologías y preocuparse de servir al pueblo, a las necesidades concretas de la gente. No se trata de ver si se traicionó o no el legado Chávez, de buscar culpables de la guerra económica o vendernos al imperio americano o chino, sino de atender a un país que está en terapia intensiva. Hay que superar el debate ideológico estéril. El Papa Francisco lo dijo claro en su visita a Paraguay en 2015: “Las ideologías terminan mal, no sirven, las ideologías tienen una relación o incompleta, o enferma o mala con el pueblo, las ideologías no asumen al pueblo, por eso fíjense en el siglo pasado, en qué terminaron las ideologías, en dictaduras, siempre, siempre, piensan por el pueblo, no dejan pensar al pueblo. O como decía aquel agudo crítico de la ideología cuando le dijeron pero esta gente tiene buena voluntad y quieren hacer cosas con el pueblo, todo por el pueblo pero nada con el pueblo, esas son las ideologías.” (Paraguay, 11 Julio 2015).
Y el pueblo se manifestó de manera contundente con su votación el pasado 6 de diciembre. El pueblo quiere poder trabajar, encontrar y poder comprar comida y medicinas, tener acceso a una vivienda (con título de propiedad), que sus hijos tengan acceso a un sistema educativo de calidad y libre, poder caminar por las calles sin el riesgo que lo maten, que los jubilados y los niños tengan acceso a un sistema de salud mínimamente operativo, por nombrar algunas necesidades básicas. La gente lo que necesita son igualdad de oportunidades para progresar y salir adelante no solo a través de empleos dignos, sino también poder emprender y crear empresas donde se valoren los productos hechos en Venezuela. Sobre esto ambas partes seguramente pueden estar de acuerdo.
Pero para esto es fundamental dejar de lado los intereses particulares, el bien propio y pensar más en el bien común. La política es necesario vivirla ante todo como servicio al pueblo, de hecho es el nivel más alto de la caridad como expresión de amor por el prójimo. De allí puede nacer también una economía con rostro humano y programas sociales centrados en la persona humana y que no sean alienantes.
Dentro de lo complejo de esta crisis que vivimos tenemos una voz que nos llega desde la Iglesia Católica a través del Papa Francisco y que sería bueno si todos pudiéramos adoptarla como norte y capacidad de discernimiento. En la Evangelii Gaudium el Papa pone las bases para la construcción de la paz social y las líneas claves de este documento que propuso en el año 2013, las ha repetido constantemente en sus viajes e intervenciones. De manera particular en nuestro momento país es importante asumir una perspectiva de proceso y que prevalezca la unidad sobre el conflicto. Esto es: «Aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en un eslabón de un nuevo proceso» (Evangelii Gaudium 227). Vamos a dialogar, hay conflicto, lo asumo, lo resuelvo y es un eslabón de un nuevo proceso. Hay un principio que nos tiene que ayudar mucho. La« unidad es superior al conflicto» (ibíd. 228). El conflicto existe, hay que asumirlo hay que procurar resolverlo, hasta donde se pueda, pero con miras a lograr una unidad pero no es uniformidad, sino es una unidad en la diversidad. Una unidad que no rompe las diferencias, sino que las vive en comunión por medio de la solidaridad y la comprensión. Al tratar de entender las razones del otro, al tratar de escuchar su experiencia, sus anhelos, podremos ver que en gran parte son aspiraciones comunes. Y esta es la base del encuentro: todos somos hermanos, hijos de un mismo Padre celestial, y cada uno con su cultura, su lengua, sus tradiciones, tiene mucho que aportar a la comunidad.” (Paraguay, 11 Julio 2015