El buen storytelling del Papa Francisco

Mundo · Antonio R. Rubio Plo
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27 abril 2025
Doce años de pontificado y una huella imborrable en la vida de muchas personas, creyentes o no. Eso solo lo puede hacer un buen comunicador que es otra cualidad atribuida a Francisco.

En mi caso, como escritor y articulista en los medios, he aprendido – y sigo aprendiendo- muchas cosas de su magisterio sobre la comunicación.

Un sociólogo y profesor italiano, Alessandro Pira, lo ha calificado como un gran storyteller. En un principio, me pareció una banalidad, entre tantas, pero finalmente considero que es muy acertado. Y es que estamos acostumbrados, en la política y en otros ámbitos, a lo que se llama el relato, que a menudo es una distorsión interesada de la realidad. Posverdad, creación de contenidos, realidad virtual… Se suele asociar todo esto al storytelling, pero no es correcto hacerlo si la identificamos con el concepto de narración. En este punto no deberíamos olvidar que la Biblia es una gran narración, un tejido de historias que conforman la historia de la salvación. Por si fuera poco, Jesús en los evangelios es un narrador de relatos, las parábolas, de carácter intemporal y a la vez interpelante a través de los siglos.

Francisco, antiguo profesor de literatura en un colegio jesuita, lector empedernido y frecuente cultivador de las citas literarias en sus documentos, era conocedor del profundo vínculo entre narración y comunicación: “El hombre es el único ser que necesita “revestirse” de historias para custodiar su propia vida. No tejemos sólo ropas, sino también relatos: de hecho, la capacidad humana de “tejer” implica tanto a los tejidos como a los textos. Las historias de cada época tienen un “telar” común: la estructura prevé “héroes”, también actuales, que para llevar a cabo un sueño se enfrentan a situaciones difíciles, luchan contra el mal empujados por una fuerza que les da valentía, la del amor. Sumergiéndonos en las historias, podemos encontrar motivaciones heroicas para enfrentar los retos de la vida” (Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones, 24 de enero 2020).

Es cierto que existe un storytelling falso y engañoso, de carácter instrumental, y tal como subrayó el pontífice en el citado Mensaje: “Cuántas historias nos narcotizan, convenciéndonos de que necesitamos continuamente tener, poseer, consumir para ser felices. Casi no nos damos cuenta de cómo nos volvemos ávidos de chismes y de habladurías, de cuánta violencia y falsedad consumimos. A menudo, en los telares de la comunicación, en lugar de relatos constructivos, que son un aglutinante de los lazos sociales y del tejido cultural, se fabrican historias destructivas y provocadoras, que desgastan y rompen los hilos frágiles de la convivencia. Recopilando información no contrastada, repitiendo discursos triviales y falsamente persuasivos, hostigando con proclamas de odio, no se teje la historia humana, sino que se despoja al hombre de la dignidad”. Francisco capta certeramente que no vivimos buenos tiempos para el respeto de la dignidad humana. Una polarización a escala global exhibe sin escrúpulo alguno la crueldad, la ausencia de compasión, la arrogancia sin límites… Una época de revanchismo en el que las interpretaciones del pasado sirven de arma arrojadiza y la arbitrariedad despiadada se reviste de justicia. Existe, por supuesto, un storytelling que está a su servicio. De allí nunca saldrá una buena comunicación, porque nunca será buena aquella que no es veraz. Francisco representa, por tanto, a un comunicador de la verdad. En estos tiempos de relativismo interesado y de posverdad, hay que recordar algo evidente: la verdad tiene que identificarse con la realidad.

Pienso que la comunicación auspiciada por Francisco no solo implica consejos para la comunicación pública. Somos seres sociales y necesitamos de los demás. Algunos podemos tener un carácter un tanto tímido y reflexivo, aunque no por ello estamos exentos de desenvolvernos en el terreno de la comunicación. El reto es salir de nosotros. Hablar menos en genérico, aunque sea con palabras adecuadas, y hablar algo más de uno mismo. Las palabras de Francisco son también aplicables s la comunicación personal. Un estudio en profundidad de los mensajes y discursos del pontífice dirigidos al mundo de la comunicación pública permite esbozar algunos consejos al respecto.

  • En la vida todos tenemos algún tipo de responsabilidad, en mayor o menor grado. No debemos tener miedo a declarar con claridad y transparencia nuestras intenciones y objetivos. Esto ayudará a nuestra credibilidad. Así lo hizo Francisco en su carta apostólica Evangelii Gaudium (24 de noviembre de 2013, toda una declaración programática al inicio de pontificado. Un gran instrumento, en este caso, para la comunicación de la Buena Nueva, caracterizada por la alegría.
  • Hay que transmitir empatía. La empatía pasa por saber ponerse en el lugar de los demás, pues un gran problema de nuestra sociedad es el que los individuos solo quieren ver el mundo desde su punto de vista. En Evangelii Gaudium (párrafo 16), Francisco señala que hay que “detener el paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino”.
  • Tenemos que dar ejemplo, pues el ejemplo es el gran método de la comunicación no verbal. Francisco dio un continuo ejemplo de cercanía. Después del Ángelus, bajaba a la Plaza de San Pedro a saludar y a detenerse con las gentes. No faltaban entonces saludos afectuosos, abrazos o caricias a los niños. El Papa era una autoridad, pero una autoridad cercana.
  • Hay que utilizar un lenguaje cordial y amable con las personas. En eso consiste una comunicación eficaz. Lo hacía Francisco, también en sus escritos, aun a riesgo de que algunos insinuaran que no tenía la preparación intelectual de sus predecesores en la silla de Pedro.  La gran cultura de Francisco, y en particular su amor por la literatura hecha vida, desmiente este tópico.
  • Hay que esforzarse por transmitir adecuadamente nuestra visión del mundo. Francisco lo expresó con claridad con expresiones del tipo de “Quiero una Iglesia pobre y para los pobres”. Pero esto no lo dijo a modo de eslogan sociopolítico. Lo dijo alguien que estaba convencido de que el Padrenuestro es la oración de los pobres (Mensaje de la I Jornada Mundial de los Pobres, 2017).

Francisco nos enseñó que la humildad y la sencillez son cualidades esenciales para una comunicación que respete la dignidad de las personas. Esa comunicación es el buen storytelling, “la narración que sabe mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura (…) que revela el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros” (Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones, 24 de enero de 2022).

 


Lee también: Francisco: Gracia, diálogo, fraternidad: el regalo de un padre de los pueblos


 

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