`El 9N fue una manifestación desde el poder`
Páginas Digital entrevista a Matías Alonso, actual Secretario General de Ciutadans-Partido de la Ciudadanía.
¿Cómo valora lo que ha sucedido el 9N en Cataluña?
Lo que hubo el domingo fue una gran fiesta para el independentismo y un acto político preelectoral para Artur Mas. Pero ha sido todo ello un fraude de ley. Ha participado mucha gente, un 80% que quería un referéndum. En el momento en que se abren las urnas, los que participan son un 30% del censo ampliado de los que participaron. Parece que no son tantos. En todo caso ha sido una movilización importante que no hay que despreciar. Es una movilización que se produce desde el propio poder. Es el propio gobierno de la Generalitat el que está movilizando al separatismo. Hace unos meses o dos años era el soberanismo, ahora moviliza el separatismo. Han tomado posiciones de separatismo y fractura. Lo que puede ser una fiesta para los independentistas tiene una contrapartida. Quedó patente que hay una fractura importante en la sociedad catalana. Es lo que venimos anunciando desde hace meses. Hay cuestiones que se han ido convirtiendo en tabú. Eso es así. Cada vez hay más familias y grupos de trabajo donde es más difícil hablar de determinadas cuestiones. En pleno siglo XXI, tras 30 años de democracia es un poco lamentable que volvamos a los tabúes y a las cuestiones de las que no podemos hablar. Lo que se está celebrando estos días, pues sigue abierta la votación estos 15 días, ha sido celebrado al margen de la legalidad. La consulta estaba claramente suspendida, el gobierno había insistido en que no se celebraría, a la hora de la verdad sí que se ha celebrado. En fraude de ley. Con escaso sustento democrático o ninguno. Parece una fiesta de la democracia, pero quien lo ha organizado son los separatistas, quien ha controlado todo son los separatistas, sin garantía democrática, sin censo previo, sin controlar el recuento. Incluso decían que en algunos lugares se quemaban papeletas… ¿Quién cuenta qué? Ha sido todo muy esperpéntico. Han sido los voluntarios quienes han hecho el recuento. Han querido hacerlo con observadores internacionales, pero se ha traído a lo peor de cada casa, entre ellos a los eurodiputados de la Liga Norte, los socios europeos más sólidos que tiene Mas ahora son estos. Para algunos ha sido un día feliz, para los que querían depositar un papel en una caja de cartón. Para la democracia en su conjunto, y para una democracia consolidada como la de España, estado social y de derecho, no ha sido un buen día.
En relación a esto, la votación ha sido ambigua. Ha habido una gran confusión. Serrat mismo, uno de los pioneros de la cultura catalana, decía: ‘No votaré. El 9N no es una votación, sino una manifestación’. ¿Hizo bien el gobierno en no impedir medidas cautelares para suspender la pseudo-consulta, en suspender esta manifestación disfrazada de democracia?
Es cierto lo que dice Serrat. Es una manifestación desde el poder. Desde el 11 de septiembre ha habido manifestaciones impulsadas desde el poder. A la gente se le ha sacado a la calle desde 2010. Empezó Montilla convocando una manifestación en contra del tribunal constitucional por aquella sentencia que convertía al Estatuto en constitucional. Se han ido dando manifestaciones impulsadas desde el poder. Lo que se produjo el domingo fue otra manifestación. Había aun así gente de buena fe. Ha habido mucha propaganda, y mucha gente que se ha dejado llevar por esta propaganda a lo largo de este proceso. Por eso, ¿qué validez tiene un proceso con un lenguaje hegemónico, impuesto desde el poder, con el uso de los medios de comunicación públicos, utilizando instrumentos de propaganda sin ninguna información? Mucha gente desconoce el alcance real de lo que representaría una hipotética secesión de Cataluña. Incluso cuestiones claras, que se han negado reiteradamente durante meses y que finalmente se reconocen, como por ejemplo la salida automática de la Unión Europea con lo que comporta. Es lógico que haya habido gente que no ha participado, como es el caso de Serrat. Es cierto que hay muy poca transparencia, por no decir ninguna.
Ha mencionado una gran fractura social. No es sólo una cuestión catalana. Lo vemos también en el resto de España. La independencia, como Podemos, puede ser una promesa para la salida de la crisis, y ambos favorecen el crecimiento de esta fractura, el resurgimiento de los tabúes. ¿Cómo se puede salvar esta fractura social? ¿Cómo volver a retomar un diálogo entre el gobierno y Artur Mas, para abandonar esta lucha de trincheras?
Yo distinguiría dos cuestiones. Una es el planteamiento simplista. Las soluciones sencillas a los problemas complejos. Decir ‘separándonos de España seremos más altos, más rubios, más ricos y moriremos 10 años más tarde que el resto de la gente’, lo diferenciaría de otra parte importante de esta cuestión: el planteamiento hispanófobo de algunos y el empeño de mentir descaradamente en cuestiones que afectan a conciudadanos y compatriotas, a miembros de la nación española. Repetir continuamente ‘España nos roba’ cuando aquí tenemos también muchos que roban, es querer buscar el enfrentamiento entre iguales y entre ciudadanos de la misma nación. Es lo que más costará reconstruir. Necesitamos cambiar esta situación, revertirla. Necesitamos nuevos líderes. Necesitamos elecciones autonómicas. Las llamen como las llamen, pongan el apellido que pongan, pero elecciones de las que salga un nuevo parlamento del que emane también un nuevo gobierno de la Generalitat. Un gobierno de todos y para todos, que tenga las manos limpias y que emprenda la senda de curar esas heridas, de reconstruir esa fracción social que se ha ido produciendo entre catalanes y entre el resto de españoles. El siguiente gobierno tendrá mucho trabajo, y desde Ciudadanos esperamos hacerlo.
En este sentido, ¿qué debería hacer el gobierno de Rajoy en Cataluña?
Estar presente. Existir. Porque últimamente se le echa en falta. El domingo estaba ausente. El gobierno de Rajoy ha reaccionado tarde y mal. Lo que tiene que hacer el gobierno de España es darse cuenta de que también gobierna en Cataluña. El que manda es él. Él es presidente de Gobierno en España, y por eso, también de los catalanes. Debe tomarse en serio esta cuestión y dejar de lado el papel de interlocutor válido. El capital político está más que agotado. Artur Mas ya lo ha dicho por activa y por pasiva. El buscará de nuevo una mayoría lo más amplia posible, para imponer su tesis: lo mejor para Cataluña es separarse del conjunto de España. Desde aquí pensamos que no es admisible, que no es lo que más nos conviene. Rajoy tiene que estar pendiente de la situación actual. Nos preocupa, pues parece que el gobierno de España ha querido mirar para otro lado, dejando terreno libre a Mas y su mitin político. Parece que Rajoy está más pendiente de volver a la senda del intercambio de cromos, repartirse las parcelas de poder que a cada uno interesa, asegurándose ellos su futuro, en detrimento del futuro de los españoles. Artur Mas tenía el domingo la responsabilidad de lo que estaba pasando en Cataluña, pero también Rajoy.
Si la consulta hubiera sido legal no habría superado los mínimos de participación exigidos en procesos similares en Montenegro, Croacia, Sudán. ¿Es esto importante?
Primero, si hubiera sido legal, probablemente habría participado mucha más gente. Para ser legal, planteando la posible secesión de Cataluña, habrían participado el conjunto de los españoles obedeciendo a lo escrito en la Constitución. El escenario sería totalmente diferente. Si se llegara a preguntar a los catalanes, con una consulta exclusiva en el territorio catalán, ocurriría lo que sucedió el domingo. No son todos. Continuamente oímos ‘la inmensa mayoría de Cataluña’, pero a la hora de la verdad no es exactamente así. No voy a entrar en cifras, porque creo que es un debate estéril. Prefiero estar atento a las personas. La actitud que ha tenido la Generalitat y los partidos como ERC que le han dado apoyo, clamando aún por unas elecciones plebiscitarias, promulgando un golpe a la democracia subiendo al primer balcón que pillen… Es su planteamiento. A pesar de todo esto, en el supuesto de que fuera legal, tenemos que recordar que los referéndums en España tienen la condición de no vinculantes. Lamentablemente en España no hay una limitación en cuanto a la participación. Raya el absurdo, sobre todo en estas cuestiones y su gran importancia. El Estatuto de autonomía, cuando se empezó a trabajar en cambiar el estatuto del 79, no había ningún clamor ciudadano. Ni siquiera el 3% de los catalanes pensaba que hacía falta un cambio estatutario en Cataluña, más autogobierno. Y sin embargo fueron 3 años de campaña que terminaron con una participación que no llegó al 47%. Se debería haber vuelto al legislador. No tiene sentido cambiar las reglas del juego de una comunidad autónoma o de toda España sin mayorías cualificadas.