Educar en tiempos de coronavirus

España · Giorgio Vittadini
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13 marzo 2020
“Nunca habría dicho que podía echar de menos las clases”. Si el momento no fuera tan dramático, se podría comentar el mensaje de este estudiante con cierta ironía: el coronavirus realmente está cambiando el mundo. Después de tres semanas con las escuelas cerradas en la región italiana de Lombardía, ya se pueden ver las primeras reacciones. Empecemos por la macroscópica: enseñar no es solo ofrecer contenidos y comprobar que estos son aprendidos. Se enseña cuando se entra en una relación directa. Y la falta del aspecto relacional –con adultos y compañeros– es sin duda la razón de mayor malestar.

“Nunca habría dicho que podía echar de menos las clases”. Si el momento no fuera tan dramático, se podría comentar el mensaje de este estudiante con cierta ironía: el coronavirus realmente está cambiando el mundo.

Los profesores están intentando que no les falten a los chavales las posibilidades de continuar con sus programas de estudio. Los instrumentos que ofrece la didáctica digital son muchos y van desde compartir sencillamente el material escrito, videos y audios mediante registro electrónico o email, a seguir clases virtuales permitidas por plataformas de diversos tipos, donde es posible verse, enseñar textos, imágenes y debatir, siguiendo un orden por mano alzada, también virtual.

Después de tres semanas con las escuelas cerradas en la región italiana de Lombardía, ya se pueden ver las primeras reacciones. Empecemos por la macroscópica: enseñar no es solo ofrecer contenidos y comprobar que estos son aprendidos. Se enseña cuando se entra en una relación directa. Y la falta del aspecto relacional –con adultos y compañeros– es sin duda la razón de mayor malestar.

Entre las condiciones que permiten aprender, la principal es la relación con alguien capaz de ayudarte a que el conocimiento llegue a ser patrimonio personal. Otros factores importantes condicionan el aprendizaje y, paradójicamente, están saliendo a la luz en este momento de aislamiento forzoso.

Pensemos en la capacidad de tomar iniciativa, pensar en problemas (es decir, hacer preguntas), aprender a trabajar juntos para alcanzar un objetivo común. O pensemos también en el esfuerzo, la motivación, la capacidad de autoregularse, la fiabilidad y la adaptabilidad.

Se trata de algunas de las capacidades llamadas “soft skill” (o “character skills”, o “non cognitive skill”) que tienen un gran impacto en las capacidades cognitivas, esas habilidades que un individuo utiliza para desarrollar sus actividades mentales, como recordar, hablar, comprender lo que lee, establecer nexos, deducir, evaluar, y por tanto aprender.

Por ejemplo, en la escuela Zolla de Milán, con alumnos desde infantil hasta enseñanzas medias, están utilizando una didáctica interactiva vía internet que garantiza lecciones muy vivaces pues los alumnos pueden interactuar no solo con los profesores sino también entre ellos, se buscan y dialogan, casi más que antes. La semana pasada estuvo repleta de momentos interesantes, donde los temas de las asignaturas se integraban en un continuo diálogo y un trabajo personal y de grupo.

La comunicación digital está obligando a docentes y alumnos a confrontarse más, a apoyarse, a tomar más iniciativa. “Esta ocasión nos ha exigido a los profesores plantearnos preguntas serias sobre la utilidad del trabajo que estamos haciendo, nos ha permitido reafirmar la enorme importancia que tiene una mirada acogedora ante los alumnos y entre nosotros, docentes, nos ha hecho reconocer las dificultades y por tanto la importancia fundamental de coordinarnos de manera específica”, afirma Teresa Pedrazzini, una de las profesoras.

Aseguran que no se trata solo del cambio de una técnica didáctica. Esta nueva situación obliga a los profesores a apostar por la libertad y la razón de los chavales, que en este momento están llamados a descubrir su profunda necesidad de conocer, de entender, de hacer un itinerario. Y de descubrir lo vital que es la curiosidad personal, que con la velocidad y la multiplicación de las tareas se suele marchitar demasiado a menudo.

Una ocasión para salir de la obviedad y volver a ponerse en marcha. Para vivir los tiempos del coronavirus no basta volver al punto de partida, hay que salir de la apatía y la pereza en que hemos vivido estos años, y redescubrir ese ímpetu ideal que nos hace construir, como vemos en tantas iniciativas educativas y en tantos hospitales.

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