Discurso fuerte a la ciudad

Mundo · José Luis Restán
COMPARTIR ARTÍCULO Compartir artículo
| Me gusta 1.318
14 diciembre 2016
La fiesta de San Ambrosio convoca cada año a la flor y nata de la sociedad milanesa en el Duomo para escuchar el “Discurso a la ciudad” que pronuncia el arzobispo, cardenal Angelo Scola. El hecho es, en sí mismo, una hermosa ilustración de sana laicidad; es también un banco de pruebas para la capacidad de la Iglesia de hablar a una ciudad evidentemente plural, en un momento de desazón que no acepta la mera repetición de principios ni de buenas intenciones.

La fiesta de San Ambrosio convoca cada año a la flor y nata de la sociedad milanesa en el Duomo para escuchar el “Discurso a la ciudad” que pronuncia el arzobispo, cardenal Angelo Scola. El hecho es, en sí mismo, una hermosa ilustración de sana laicidad; es también un banco de pruebas para la capacidad de la Iglesia de hablar a una ciudad evidentemente plural, en un momento de desazón que no acepta la mera repetición de principios ni de buenas intenciones.

El cardenal Scola, que acaba de cumplir 75 años y espera la próxima visita pastoral de Francisco a la diócesis de Milán, ha dedicado su discurso a uno de sus temas preferidos: el cansancio de Europa, sus posibilidades de futuro y el modo en que los cristianos están llamados a participar en esta encrucijada. Scola no es de los que dan por perdida a esta vieja y cansada Europa, siempre ha mostrado una reserva de confianza basada en sus recursos espirituales y culturales. Sin embargo esta vez ha reconocido que, ante las emergencias que se presentan, no existe la suficiente capacidad de pensamiento ni la necesaria fuerza política para afrontarlas.

La incapacidad para afrontar la cuestión migratoria en términos de “acogida” (tal como viene reclamando el Papa) y las respuestas reactivas y autodefensivas, aquí y allá, constituyen a juicio del cardenal el síntoma inequívoco de una decadencia colectiva. También habla de una profunda crisis que afecta a la propia concepción de la política, incapaz de superar los parámetros de la mera gestión del poder. Según Scola, realismo y grandes ideales deben conjugarse para hacer posible una nueva visión de Europa que valore, por una parte, la multiplicidad cultural que la caracteriza desde siempre y que, por otra parte, permita a los Estados reencontrar la unidad necesaria para afrontar los desafíos de este tiempo, principalmente la cuestión de las migraciones y la de la seguridad. Porque, en cualquier caso, los Estados nacionales no pueden afrontar esos desafíos aisladamente. Para el cardenal, pese a todos los desencantos, “Europa no es una opción, sino una verdadera y precisa necesidad”.

En este intento de dibujar un cuadro de fuerzas para una hipótesis de renacimiento, Scola ha vuelto a uno de sus temas más genuinos, el de las características de una laicidad que sirva realmente para construir convivencia. Dicha laicidad debe crear condiciones que aseguren la narración de todos los sujetos personales y sociales, para que pueda producirse un reconocimiento recíproco. En ese espacio de testimonio a campo abierto se sitúa la responsabilidad de los cristianos, a los que Scola invita a aceptar el reto de unas circunstancias tantas veces incómodas (por no decir hostiles), venciendo la tentación de encerrar la fe en el ámbito de la intimidad personal, o la de disolverse en el espíritu del tiempo.

“La preocupación crucial es repensar la forma de la fe”, algo que para muchos resultará sorprendente. E insiste: “es necesario un modo nuevo de pensar la fe… de modo que sea ejemplo de humanidad, de vida renovada y fuente de muchas expresiones de convivencia constructiva, de cuidado del otro y de cultura”. Una de las tareas vinculadas a esta nueva forma de la presencia cristiana será “el testimonio del bien de la diferencia sexual… que, lejos de introducir cualquier forma de discriminación, se nos ofrece como un camino para aprender el valor del otro y el don de sí”.

En otro pasaje el cardenal Scola aborda un factor que considera importante para entender la crisis política en que está inmerso el continente: una equívoca concepción de los derechos individuales. La Europa del futuro, precisamente a causa del proceso de mestizaje de culturas y civilizaciones en curso, debe edificarse sobre el reconocimiento y la práctica efectiva de la dignidad inviolable de la conciencia. Y no duda de que un factor fundamental para el renacer de Europa será la defensa de la institución jurídica de la objeción de conciencia, a la que considera un baluarte de la democracia frente a cualquier posible deriva utópica. Una última indicación para los cristianos en esta época brumosa: “deben estar dispuestos a colaborar en esta tarea según la lógica del testimonio, que no excluye la posibilidad del martirio”. Nadie ha podido salir del Duomo sin sentirse provocado, enriquecido y acompañado, en la doble tarea de pensar y construir la ciudad común.

Noticias relacionadas

Israel ganará la guerra, perderá la paz
Mundo · Anthony Samrani
Nadie parece haber aprendido la menor lección de la historia. Hezbolá se arriesga a que una parte del Líbano sea aniquilada, el país de los cedros tiene todo que perder y absolutamente nada que ganar. Israel, por su parte, cuanto más intente conseguir la victoria total, más corre el riesgo de...
10 octubre 2024 | Me gusta 0
La guerra, la religión y el corazón del hombre
Mundo · Emilia Guanieri
Tal vez sea precisamente éste el bien que cualquier religión puede aportar al mundo. Mantener viva la conciencia de que el hombre tiene sed de infinito. ¿Qué hemos hecho con esa sed de infinito?....
8 octubre 2024 | Me gusta 1
Irán y el “Eje de Resistencia”
Mundo · Mauro Primavera
Con el lanzamiento de la operación «Inundación de al-Aqsa» el 7 de octubre de 2023, por primera vez cada componente del Eje de la Resistencia se vio implicado, de forma más o menos directa, en la confrontación militar con Israel y sus aliados....
4 octubre 2024 | Me gusta 1
Venezuela: El silencio de un presidente y el grito de todo un país
Mundo · A. C. Sierra
El pasado 28 de septiembre se cumplieron dos meses de las elecciones presidenciales en Venezuela. Tanto en el país como en 500 ciudades del mundo, los venezolanos salieron a las calles para exigir el reconocimiento de los resultados en los que el candidato de la oposición, Edmundo González...
2 octubre 2024 | Me gusta 4