Días de verano

Llega el verano, el calor asfixiante y, para muchos, el tiempo libre. Tiempo que, aunque esperado, al final se pierde. El periodista José Ayma, en El Mundo, lo describe así: ´conviene quitarse de vez en cuando el prieto vendaje de la costumbre, el histérico murmullo de grillos que se empeña en hacer de lo cotidiano (la realidad es otra cosa) un basurero de ideas mendaces, de vanas golosinas envenenadas, terrible munición contra la sencilla verdad de lo sencillo. Es insultante vivir asediado por ese coro, de cuya inmundicia sólo eres consciente cuando escapas por un rato´. Pero Ayma ha encontrado la forma de salir de la inmundicia, leyendo la poesía de Claudio Rodríguez. ´En sus poemas mejores se entiende que nada ocurre porque sí. Ni las cosechas. Ni las tiranías. Ni las democracias. Ni la sed que todo lo exagera. Ni el canto del jilguero. Algunos creadores hacen de su forma de mirar una profunda forma de conocimiento para que los demás podamos meter los pies en el río. A veces estorban porque alumbran. Porque no se ocultan. Porque dispensan ráfagas de una filosofía que al biempensante incomoda, al veneno de su melodía, a su flaqueza maliciosa. Y te llevan a pensar igual en lo cotidiano que en lo extraordinario. En la labranza y en la nostalgia. En la enfermedad y en la alegría. En lo que una vida tiene de desperdicio si no sabe decir en algún momento la palabra vida, la palabra fuera, la palabra basta, la palabra no´.
Ayma confiesa que cada verano retoma los versos de Claudio Rodríguez. Por su parte, Josep María Fonalleras se decanta por el cine, en concreto por la película `Estiu 1993`. Este es el resumen que hace en El Periódico: ´Una niña ha perdido a sus padres, ambos muertos en poco tiempo. No llora. Va a vivir en casa de un tío y de su familia. Se traslada de la ciudad a una Garrotxa idílica y salvaje. No sabe cómo reaccionar, pero no llora. De hecho, todavía no tiene conciencia de la trascendencia de la tragedia. (…) Con el fin de protegerse, decide construir una coraza, el material de la cual oscila entre el enojo, la malevolencia infantil y el descubrimiento de la naturaleza. Ensimismada, solo vive instantes fugaces de felicidad. Como dice el poeta Ted Kooser, ‘hay días en que el miedo a la muerte es tan ubicuo como la luz’. La niña, desvalida, tiene miedo y se defiende como puede. Pero si la muerte no tuviera una presencia tan evanescente y pastosa, ‘quizá no me habría dado cuenta de esta mariquita’. Es así como la niña fabrica la coraza. Vive porque el vacío la acosa´.
En estos días de vacaciones cada vez es más común dejarse llevar y pasarse las horas revisando las redes sociales. Coincidiendo con las altas temperaturas y la temporada de baño, Maite Nieto reflexiona en El País sobre todos los consejos para lograr la inmortalidad, o la juventud eterna, que circulan por internet. ´Me gustaría confiar como lo hace José Luis Cordeiro, profesor de la Silicon Valley University: ‘En 2045 el hombre será inmortal’. Lástima no haber olvidado que cuando cazaba lagartijas a lazo y fantaseaba con la vida eterna fascinada por esos ranos que aparentaban vida separados de su correspondiente cuerpo, terminaba siempre chafada cuando inevitablemente acababa el movimiento´. Y concluye: ´Si la eternidad consiste en pasarse de frenada con el culto a la imagen y no ser capaces de convivir con el miedo a la finitud, me sumo al club de los mortales imperfectos´. Trasteando en redes sociales, Pilar Rahola (La Vanguardia) se encontró con un vídeo que se ha hecho viral, en el que una joven checa retransmitió su muerte en directo (conducía a 170km/h y tuvo un accidente). Después de verlo piensa en su hija y confiesa su miedo de perderla. ´Esa alegría antes del horror, esa desprendida convicción de eternidad, porque los jóvenes siempre creen que son eternos, y de golpe, ese instante, un instante que no es nada, un ver y no ver, qué pasó, dónde están, sus cantos, sus risas, se fueron, y las buscamos en la imagen, pero ya no se oye nada y el móvil nos dibuja un absurdo en la retina, una imagen que es un garabato, un sinsentido, el sinsentido de la muerte…´.