Del revés

Cultura · Juan Orellana
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15 julio 2015
Llega este viernes la última película de Pixar. Sus creativos siempre están buscando la manera de salirse de lo trillado y situarse siempre “más allá”, dar con algo inexplorado, un reto de novedad. Esa actitud es su gran virtud, pero también su espada de Damocles, ya que en el cine la repetición de fórmulas en una manera de asegurar cierto éxito y minimizar riesgos.

Llega este viernes la última película de Pixar. Sus creativos siempre están buscando la manera de salirse de lo trillado y situarse siempre “más allá”, dar con algo inexplorado, un reto de novedad. Esa actitud es su gran virtud, pero también su espada de Damocles, ya que en el cine la repetición de fórmulas en una manera de asegurar cierto éxito y minimizar riesgos.

En esta película, dirigida por Pete Docter (Monstruos S.A., Up), los protagonistas son las cinco emociones que dirigen los sentimientos de la preadolescente Riley (alegría, tristeza, ira, miedo y asco). La película nos introduce en el cerebro de la niña, a punto de irrumpir en la adolescencia, y allí asistimos a los debates y conflictos entre sus emociones, rodeadas de recuerdos, fantasías y momentos vitales decisivos. El director cuenta que se le ocurrió la idea del guión cuando su hija, divertida y risueña, se transformo en una adolescente callada, triste e irascible.

Como es fácil adivinar, la imaginativa cinta de Pixar, considerada ya por muchos una obra maestra, tiene mucho de psicológica profunda o psicoanalítica, y puede que no sea del todo accesible para los más pequeños por su complejidad. De hecho resulta algo barroca desde un punto de vista conceptual, y hay dentro mucho más de lo que se puede descubrir en un primer visionado, lo cual no es necesariamente bueno. Aun así, Del revés es tan brillante en tantos aspectos que la valoración global que merece, no sólo por su guión sino por su extraordinaria animación, es muy positiva. Lasseter, el productor del film y padre fundador de Pixar, insistió en declarar en Cannes que en Hollywood se menosprecia la inteligencia de los niños y que ellos, por el contrario, apuntan alto cuando se plantean qué es lo que puede entender un niño.

Del revés ofrece, entre otros, un mensaje muy interesante: la tristeza es un sentimiento que también se puede usar a favor de uno mismo. Y lo mismo se puede decir de la rabia, del miedo… Una vez más Pixar vuelve a defender los vínculos familiares, nos ofrece momentos muy emotivos, y un inteligente sentido del humor.

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