De lo que sólo habla Durán
Durán habló de lo que, por desgracia, no habla nadie. La crisis moral según el portavoz de CiU consiste en no saber distinguir el bien del mal, lo justo de lo injusto. O sea que es una crisis de conocimiento. Por eso, para salir de ella no sólo son necesarios los instrumentos técnicos, también hace falta "una reestructuración moral". Para el catalán esa reestructuración consiste en recuperar el sistema de valores y virtudes de nuestra tradición.
El suyo es un enfoque demasiado ético, pero al menos plantea el problema. Y valora "el compromiso comunitario frente al individualismo" que se expresa en la familia, la paternidad y las confesiones religiosas que hacen aportaciones valiosas a la vida democrática. De sus palabras se deduce que hay algo más que el individuo y el Estado. No por casualidad utilizó el término subsidiariedad. La crisis, aseguró Durán, no se supera de la noche a la mañana, hace falta decir la verdad.
Es lógico que el nacionalismo reivindicativo del líder de CiU suponga para muchos una barrera casi infranqueable, pero hay que agradecerle que en el debate de investidura, aunque fuera a la carrera, introdujera algo que para la política española parece vedado: la raíz de la crisis. Tuvo la valentía de utilizar tres palabras, bien, verdad y justicia, de las que el resto de sus señorías parecen huir como apestados. Ahora que tantas cosas están cambiando en la vida política española también podría cambiar ésta.