De esos inventarios de tiempos hechos siempre sin amor…

Por otra parte, lo que más deja a uno atónito -diría lo que más alarma- es que tras muchos decenios pareciera que nuestro suelo o fundamento común se ha desgranado bajo nuestros pies (si es que alguna vez estuvo sólido). Y además el que estemos -como paralizados- ante una época en la cual las cadenas ya no aprisionan nuestros pies sino al movimiento inicial de nuestro yo, de mi vida, como dice un autor. En otras palabras: el Estado populista argentino (hacedor de larga data de una cultura de la desvinculación, aunque prediquen lo opuesto), se pretende el explicador de mi vida y de la de todos nosotros. Proponiendo, a través de una ideología del hacer, cómo solucionarán todo, pretendiendo volver a una edad dorada que, por supuesto, nunca existió. Y nosotros, ante ello, tan campantes…
Esto trae consigo, desde mi punto de vista, graves consecuencias culturales. Refiero una a modo de hipótesis: todos los argentinos (pueblo llano, curas, intelectuales, políticos, profesores, doctores…) -consciente o inconscientemente- hemos renunciado a la construcción de nuestra sociedad civil (¡¡¡Hemos renunciado a construir catedrales!!!). Nos han convencido de conformarnos con una autarquía blanda y cómoda. Referí esto hoy a algunos amigos y me tildaron de pensador (traducido: tipo raro que vive fuera de la realidad). Muchos podrían objetar que vivimos en una sociedad libre, no esclava. Una gran escritora española, María Zambrano, diría que la nuestra es una "pseudo libertad sustituto de la libertad verdadera; la libertad de vagar por su cuenta extra muros de esa ciudadela que es lo real". Es decir libres para vagar fuera de la realidad: una buena definición de nuestra sociedad. Eso sí, con fútbol, TV, dólares, facebook... si fuera posible.
Identificar el origen de nuestro problema con el Estado, con los K, la inflación, los bancos, la seguridad… no hará sino retrasar la solución. Por eso reitero, ¿dónde está la raíz de nuestra tragedia? ¿Es factible construir a partir sólo de una negación? ¿Cómo será posible construir sin partir de una certeza? ¿Era visible -es decir política– esa certeza en las manifestaciones de hace unos días? ¿O era más bien como el exteriorizarse de un ansia común de libertad que no alcanza a divisar el sustento y el camino?
Prosigue el autor de marras: Será difícil que nuestra economía (es decir, la creatividad que sale al encuentro de las necesidades) crezca si no se afronta este tiempo como una oportunidad, si no se parte de una relación positiva con todo lo que me rodea y con todos los que me rodean. La angustia retrae, sólo la confianza genera. Sólo una positividad inicial -al menos tímidamente esbozada- puede tener buen destino. ¿Cuál es?
En tal sentido, si esto estaba presente en los que fuimos a manifestarnos, éste es un momento conmovedor.