De dioses y hombres
"Me ha encantado y sólo una vez se me humedecieron los ojos" -comentaba una maestra amiga mía. La representación de lo sucedido es de gran realismo; y de tanta finura que ahorra la vista del momento del martirio. Una gozada el paisaje de montaña, el lago y el bosque animado por las aves y animales, y el colorido y el bullicio de un pueblo bereber rústico y de costumbres ancestrales.
¿Y los monjes? Me asombra su generosidad, fidelidad y preocupación por sus convecinos, que los quieren y necesitan y con los que conviven en armonía y sana amistad, sin que las diferencias religiosas supongan obstáculo. Preciosísimos los cantos de los monjes e impactante la personalidad y detalles de cercanía del Abab, que sufre con fortaleza y en silencio. En este magnífico film se palpa, como en pocos, la singular belleza del Evangelio llevado a la práctica, y la serenidad, la paz, el gozo y la esperanza del hombre de oración hasta en los momentos más duros.