De Catalunya a al-Andalus

España · Francisco Pou
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19 noviembre 2015
De repente, el debate sobre la secesión en Cataluña ha pasado a un segundo plano. Es curioso ver cómo el interés y la atención sobre un tema cambia con la realidad cotidiana. Una realidad cotidiana hoy es el impacto humano de la masacre en París. Los periódicos en Cataluña abren estos días con ello sus portadas. No sólo porque Cataluña recibe una población musulmana que llega ya a las 700.000 personas, del 1.800.000 que hay en España, sino por la cercanía cultural de un país, con un panorama semejante y una amenaza que se extiende a España. De repente no es que sea “Cataluña independiente” sí o no, sino que la imagen es “Cataluña es Al-Andalus” reivindicado. Esa es la amenaza real, a muy poca distancia ya de nuestra casa.

De repente, el debate sobre la secesión en Cataluña ha pasado a un segundo plano. Es curioso ver cómo el interés y la atención sobre un tema cambia con la realidad cotidiana. Una realidad cotidiana hoy es el impacto humano de la masacre en París. Los periódicos en Cataluña abren estos días con ello sus portadas. No sólo porque Cataluña recibe una población musulmana que llega ya a las 700.000 personas, del 1.800.000 que hay en España, sino por la cercanía cultural de un país, con un panorama semejante y una amenaza que se extiende a España. De repente no es que sea “Cataluña independiente” sí o no, sino que la imagen es “Cataluña es Al-Andalus” reivindicado. Esa es la amenaza real, a muy poca distancia ya de nuestra casa.

De repente hay una narración, la de recuperar “al Andalus”, que resulta que es real (que Cataluña fue al-Andalus es más cierto que las fábulas de Wifredo y el escudo catalán) y que la persiguen, también en la realidad, miles de personas. Entre ellas algunas personas convencidas letalmente para dar su vida a cambio de una promesa del más allá, matando a quien su líder señale como “enemigo”; hombres, mujeres, niños, ancianos, todos con el “pecado” de ser occidentales que hay que eliminar. Y contra esta terrible narración, las historias nacionalistas con alucinantes fábulas y versiones de la guerra de sucesión en Cataluña, con su “Madrid nos roba” pasan a segundo plano. Quien de verdad nos amenaza ya está aquí. Y contra la duda nihilista de la cultura occidental, que en Cataluña pasa por ser “distintos” e idear fronteras, resulta que hay gente para la cual no hay fronteras y están dispuestos a matar. A matar por otra fábula, pero matar.

Los líderes de Convergencia empiezan ya a recular. De repente, del discurso llamando a “desobedecer” están pasando los líderes separatistas, como Francesc Homs ayer mismo, a pedir “más diálogo” y anuncian ya “grandes problemas jurídicos contra los cuales no vamos a tener, por ahora, fuerza suficiente” para desconectar Cataluña de España. La realidad es terca, y la pedagogía de la realidad ha situado sus pretensiones en la órbita de la ficción. Por su propio peso. Las amenazas reales cobrando vidas frente a las amenazas nacionalistas ideando fábulas. Las muertes de París son ya un capítulo sangrante de la historia al que responder. Son tiros a nuestro proyecto de convivencia, a nuestra cultura, a los que hay que responder precisamente con nuestra cultura y con nuestra convivencia. No con nuestro fanatismo.

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