Entrevista a Hassan bin Talal de Jordania

Cristianos de Oriente Medio: el futuro está aquí

Mundo · Camille Eid
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13 abril 2015
“¿Ves esta hermosa composición? –dice el príncipe señalando las flores de su escritorio–. Es así: Oriente Medio seguirá siendo hermoso si mantiene su colorido pluralismo étnico-religioso”. Hassan bin Talal, tío del rey Abdalá II de Jordania, es una de las personalidades islámicas más implicadas en el diálogo interreligioso.

“¿Ves esta hermosa composición? –dice el príncipe señalando las flores de su escritorio–. Es así: Oriente Medio seguirá siendo hermoso si mantiene su colorido pluralismo étnico-religioso”. Hassan bin Talal, tío del rey Abdalá II de Jordania, es una de las personalidades islámicas más implicadas en el diálogo interreligioso. “Mi interés por estos temas –explica– se lo debo tanto a mis padres como a mi experiencia persona. De pequeño, viví entre La Meca, Roma y Jerusalén; enseguida me apasionaron los estudios teológicos, incluso estudié arameo y latín para poder acudir directamente a las fuentes del judaísmo y del cristianismo. Mi acercamiento al mundo de los sociólogos y orientalistas fue muy plural, con Jacques Bercq, Fernand Braudel o Albert Hourani, como plurales eran mis amistades, donde había armenios, circasianos, turcos, ingleses y muchas otras etnias. Tenía todas las papeletas para poder vivir el renacimiento árabe”.

Un renacimiento cuyos efectos apenas se ven hoy.

Sigo convencido de que al final la “ex Oriente lux” saldrá al encuentro de la Ilustración. El director del Instituto de Relaciones Internacionales de París, Dominique Moïsi, sostiene que Occidente es el continente del miedo, el mundo árabe es el continente de la humillación y Asia es el continente de la esperanza. Todavía no hemos conseguido, en esta “Tierra Media” en que vivimos, tomar en consideración en toda su globalidad esa “falla política” que se extiende desde el Mar Negro hasta el Mar Arábigo. Por eso no nos damos cuenta de que la desintegración de estas placas –constituidas por un gran número de grupos religiosos y étnicos– es el resultado de los pogrom rusos y de los primeros desplazamientos de poblaciones autóctonas enteras.

El desplazamiento o, mejor dicho, el éxodo de los cristianos de Iraq y Siria, ¿entra en su opinión en esta perspectiva histórica global?

Sin duda, y eso es muy grave porque los cristianos orientales siempre han sido los más eficaces defensores de las causas árabes, interpretando de la mejor manera posible, gracias a su apertura a la civilización occidental moderna, las aspiraciones de todos los árabes. Comprendo el temor de los cristianos –en Oriente y Occidente– por el futuro de sus comunidades en esta región, pero no podemos permitir que prevalezca el miedo. Los cristianos son aquí la población autóctona, y nuestra memoria colectiva se ve profundamente enriquecida por la contribución de las iglesias orientales. Por eso, siempre pido a los cristianos que se armen de paciencia, elasticidad y sensibilidad, y que dejen que la actual oleada de fanatismo se agote, como se agotaron otras oleadas en el pasado.

Solo que ahora se perfila el peligro de su extinción.

Todos estamos en peligro de extinción. Incluso los sunitas iraquíes, que son una minoría del país. Nadie en Occidente había oído hablar, hace unos meses, de la comunidad yazidí, y ahora todos saben que es necesario protegerla. En todo caso, yo también constato con aprensión cómo la burguesía musulmana está abandonando Oriente Medio, porque sé que, en general, al proletariado le atraen los gobiernos déspotas.

Esa es una afirmación muy dura.

Y basada en precedentes históricos. Hitler pudo alimentar su ideología autoritaria de odio hacia las conquistas de otros sembrando el sentimiento de injusticia entre los alemanes. Hoy hacen lo mismo los nuevos fascismos, representados por los diversos fundamentalismos religiosos.

¿No cree que una parte de responsabilidad también recae en el islam moderado, que parece incapaz de contrastar la propaganda del Isis?

Admito un fracaso a nivel de la formación humana. Hemos fracasado en el plano de la igualdad entre hombre y mujer, en nuestra sociedad aún domina una actitud machista. Hemos fracasado en el trabajo con los educadores religiosos, que registran el nivel más bajo de preparación humana y científica, donde toda forma interdisciplinar brilla por su ausencia. La formación exige nociones de antropología, sociología, psicología, pedagogía. Basta comprobar la frecuencia con la que aparece el verbo “matar” en los textos escolares para entender el impacto que estos pueden tener en nuestros niños. ¿Cómo podemos evitarle a nuestros hijos la tentación del odio que siembran los fanáticos si los telediarios siempre están llenos de noticias de guerra y violencia?

Por tanto la solución es educativa, no solo militar.

Los árabes, al día siguiente de la Primera Guerra Mundial, no fuimos capaces de crear un Estado basado en el pluralismo y hemos vivido durante un siglo bajo diversas formas de dictadura que han considerado la cuestión del extremismo como un mero problema de seguridad. La mayor preocupación siempre ha sido la supervivencia del régimen y ahora no tenemos soluciones. Pero los americanos tampoco parece que tengan ninguna estrategia frente al Isis. Por no hablar de la confusión reinante cuando se contrapone el llamado “peligro chií iraní” con el “peligro suní saudí”. El chiísmo no es en absoluto monopolio de Irán, y lo mismo vale para el sunismo.

¿Cómo salir de esta situación?

Mediante la convocatoria de una conferencia sobre seguridad y con la cooperación regional. El secretario de Estado norteamericano John Kerry quiere explicarle a los líderes árabes que el acuerdo nuclear con Irán no representa un peligro para ellos. Entonces, ¿por qué no sentar en la misma mesa a árabes, iraníes y otros para hablar directamente del tema y buscar los puntos en común? En tal caso, las ventajas de una conferencia así no se limitarían solo al dossier nuclear –como ha sucedido, por ejemplo, en Ginebra–, sino que interesaría cualquier forma de colaboración posible entre los pueblos de la región.

Eso podría repercutir en el desarrollo.

No faltan recursos en nuestra región, pero la mayor parte de nuestros ingresos viene de la venta de armas. Una conferencia permitiría a nuestros países acceder a una auténtica independencia de las diversas multinacionales. Basta dibujar en un mapa de Oriente Medio el trazado de oleoductos, gaseoductos y recursos hídricos para entender los combates de Trípoli o Kobane. Lamentablemente, sigue prevaleciendo una cierta visión de negocios en nuestra región: interesa en la medida en que tenemos petróleo. Seguir olfateando extasiados el aroma de los barriles de petróleo sin pensar en el bienestar de la sociedad entera, no solo de unas pocas familias, significa servir a Mammón en lugar de a Dios.

¿Servir a Dios generaría una nueva mentalidad?

Hoy existe una auténtica crisis de confianza entre los árabes y Occidente. La alternativa es: o un nuevo fascismo religioso, yo diría otra “guerra de los treinta años”, o un nuevo proyecto de intra-independencia. Me refiero a una intra-independencia, y no interdependencia, que sea respetuosa con las diferencias culturales y religiosas. La respuesta está en un gobierno fundamentado sobre el pluralismo, la ciudadanía y el contrato social en sus tres aspectos: político, económico y civil. De momento, todos nuestros proyectos nacionales han excluido cualquier forma de pensamiento y han apostado por la simple y pura marginación del otro.

El Papa insiste mucho en esto.

Por eso considero de vital importancia su visita a la ONU, prevista para septiembre, o al Congreso norteamericano. Espero que pida un nuevo orden humano, donde se exalte la dignidad del hombre, sea quien sea, y que sea capaz de impedir al hombre hacer la guerra contra su hermano.

Avvenire

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