Entrevista a Dolores González Pastor

´Corruptos y corruptibles habrá siempre, lo relevante es cómo lo afrontas y lo atajas´

España · Ángel Satué
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23 julio 2018
Dolores González Pastor es diputada por el partido Ciudadanos en la Asamblea de Madrid. Es presidenta de la Comisión de Investigación sobre corrupción política en la Comunidad de Madrid y portavoz en la Comisión de Vigilancia de las Contrataciones, así como de Regeneración y Transparencia. Antes, durante 20 años, ha trabajado en multinacionales tecnológicas y de gran consumo. Es experta en análisis y estrategia de modelos de negocio, Big Data, innovación tecnológica y contenidos digitales.

Dolores González Pastor es diputada por el partido Ciudadanos en la Asamblea de Madrid. Es presidenta de la Comisión de Investigación sobre corrupción política en la Comunidad de Madrid y portavoz en la Comisión de Vigilancia de las Contrataciones, así como de Regeneración y Transparencia. Antes, durante 20 años, ha trabajado en multinacionales tecnológicas y de gran consumo. Es experta en análisis y estrategia de modelos de negocio, Big Data, innovación tecnológica y contenidos digitales.

Es usted una de nuestros representantes políticos españoles más comprometidos con la transparencia y la lucha contra la corrupción. ¿Qué lecciones para el futuro saca de su presidencia de la Comisión de Investigación sobre corrupción política en la Comunidad de Madrid?

Las lecciones concretas las estamos desarrollando en el dictamen de la Comisión, que ya hemos empezado a elaborar los grupos, sobre una muestra representativa de casos que elegimos en el plan de trabajo y que esperamos tener terminado para finales de este año. Era imposible abordar de forma exhaustiva todos los casos de los que hemos tenido indicios desde 2007, elegimos los más representativos desde el punto de vista del interés social y de lo que había que investigar como presunta corrupción política, fuese in vigilando, in eligendo o porque implicase un abuso de poder en la forma de organizar los procesos de gobierno y esto fuese indicio de algún delito que pueda concluirse llevar a la fiscalía. En todo caso, serían circunstancias de las que hay que rendir cuentas ante los ciudadanos en sede parlamentaria. Las comisiones de investigación están avaladas y protegidas por nuestra Constitución y el derecho parlamentario, como en las mejores democracias de nuestro entorno. Un hecho muy significativo es que ha sido el fin de las mayorías absolutas lo que ha permitido constituir comisiones de investigación parlamentarias independientes del gobierno de turno, a pesar de pataleos y presiones.

¿Cree que los madrileños se han sensibilizado respecto a la corrupción que, como dice el papa Francisco, es la polilla de la política, y de la propia sociedad?

El declive de viejos partidos que han ostentado largas mayorías absolutas, sea a nivel nacional o regional, es la muestra de que dicha sensibilización es un hecho. Pero como sociedad también debemos mirarnos a nosotros mismos. Es necesario que exijamos más a nuestros políticos y que no les permitamos ni la más mínima duda en la lucha contra la corrupción. A la larga, se está demostrando que la corrupción mal atajada pasa factura institucional, política y electoral. Hace unos días lo reconocía, por primera vez, la exvicepresidenta del gobierno de Rajoy en una entrevista, en la que decía que habían perdido tres millones de votos por la corrupción pero que los responsables eran los corruptos. Siguen errando el planteamiento: corruptos y corruptibles habrá siempre, lo relevante es cómo lo afrontas y lo atajas, qué controles y contrapesos dispones. Las mayorías absolutas han propiciado un desmantelamiento progresivo de controles independientes, el Consejo de Europa se lo ha afeado a España muchas veces. ¿Sabe qué país era profundamente corrupto a principios del siglo XX? Suecia. ¿Son los nórdicos hoy diferentes? Lo que es diferente es que hay controles efectivos y, por tanto, no hay impunidad, que es el germen de la corrupción sistémica.

Hay quienes creen que todo se arregla mediante leyes y reglamentos. A muchos les gustaría que la consecución de derechos o su prohibición fuese algo asegurado por la política, que esta les asegurase la propia vida, como si todo lo pudiera, como si nada dependiera de nosotros. De esta forma, en palabras de Eliot, “se ahorrarían ser buenos”. ¿En qué piensa que fallamos y cómo podemos mejorar como sociedad tras oír decenas de declaraciones en sede de la Comisión?

Ha habido dos o tres cosas que me han llamado poderosamente la atención tras tantas sesiones (unas 36). Primero, que todos los sospechosos de corrupción política  encontrasen siempre una justificación ética para hechos demostrados. Nadie dice: ´voy a robar´ o ´voy a corromperme o abusar del poder por avaricia o ambición´. Todos, incluso los condenados con sentencias firmes, encuentran alguna justificación que en conclusión viene a ser: ´me lo merecía, me lo había ganado´.

Segundo, que cuando se les pedía hacer un balance tipo ´¿hay algo que hubiese hecho distinto hoy, se arrepiente de algo?´, seguidamente había siempre un silencio incómodo. Es tremendamente triste ver el miedo en personas que han tenido la oportunidad de ejercer poder real, y lo han hecho, y hoy se ven encausadas frente a los hechos descarnados.

También ha habido comparecientes con muchísima dignidad, que han venido preparados y dispuestos a colaborar. El aprendizaje que me llevo es que, al final, el único modo real que tiene un buen político de influir es el ejemplo.

El filósofo español García Morente dejó escrito que “las relaciones de los hombres son quizás más frecuentes y numerosas que nunca pero excepcionalmente superficiales”, adelantándose unos 80 años a las redes sociales, a la amplia exposición de nuestras vidas en ellas. Como experta en sociedad digital, los hombres y mujeres de hoy, hiperconectados a nuevas tecnologías pero muchas veces desconectados de su propio entorno más cercano, ¿pueden perder la noción de  ser ciudadanos, es decir, sujetos activos, y no meramente pasivos o quejicosos vía twitter, de su comunidad?

Yo, como liberal, quizá peco de excesiva fe en el progreso, en el futuro, en las nuevas tecnologías. Creo que son mucho mayores los beneficios que nos han traído. Hoy en día, gracias a Twitter, estamos a un paso de expertos internacionales, de cualquier medio de comunicación nacional e internacional… Conseguir atajos informativos es mucho más fácil y la participación ciudadana también lo es. Ya no hace falta personarse físicamente para obtener documentación o ejercer derechos. Las tecnologías son ´agnósticas´, pueden utilizarse bien o mal. Evidentemente hay quien las usa sólo para la queja y el pataleo, generalmente bajo anonimato. Las redes sociales te conectan pero también existe el efecto tribu y la cámara de eco. Es frecuente que cierto activismo que se cree mayoritario, en realidad lo forman varias minorías aisladas entre sí.

Big data, open government, data mining, fake news, small data, targeting… parece que todo sirve para conocer al votante, al que se le asemeja más a un consumidor que compra (vota) que a un ciudadano comprometido, como demuestra el caso de Facebook y Cambridge Analytica. ¿Cree que la nueva sociedad digital reformula de alguna manera la relación representante-ciudadano?

Totalmente. La hace más líquida, fluida e inmediata. Los representantes podemos ser más cercanos pero también estamos más expuestos. Antes algunos defendían no estar en redes para no equivocarse. Eso ya no es una opción. La madurez vendrá cuando la conversación en las redes permita a cualquiera defender sus posiciones, sus cambios de opinión o explicar cómo ha evolucionado en su pensamiento sin que ello suponga estar expuesto a ataques o a juicios paralelos que obvian el contexto.

Las herramientas tecnológicas permiten afinar políticas públicas como nunca antes, conocer las preferencias de los ciudadanos mejor. Escuchar al votante y convencerle es la política de siempre para llegar a ejercer el poder de cambiar las cosas, y ahora esto puede ser más sofisticado y afinar más. Evidentemente, todo ello desde el análisis de preferencias declaradas con consentimiento, o de forma anónima y agregada. Vulnerar la privacidad como ha hecho Cambridge Analytica es un delito. La privacidad de los datos personales es un derecho fundamental reconocido en la Carta Magna de los ciudadanos de Europa.

Por último, parece que una sociedad abierta exige ciudadanos comprometidos y responsables de ciertos espacios y parcelas de libertad y responsabilidad. La libertad de elección, de generar procesos o proyectos, estaría vinculada con la libertad en mayúsculas. Esa de la que habla don Quijote con Sancho. La capacidad de iniciativa, la libertad de pensar y de actuar. Con Ciudadanos, ¿podría afirmarse que la sociedad tiene garantizadas esas parcelas de libertad, esa autonomía, por ejemplo, de los padres para elegir libremente el colegio y educación de sus hijos?  

La libertad, la igualdad y el progreso están en el ADN de Cs porque nuestras esencias son netamente liberales. Otros han querido llamarse también liberales, pero no han demostrado trabajar ni para la igualdad de derechos entre territorios ni a favor de la libertad democrática plena en algunos territorios. El proteccionismo, las sociedades cerradas, la suma cero… eso no es liberal ni progresista.

En el tema concreto de la educación, desde Cs hemos defendido y luchado siempre por la libertad de elección de centro y también por dotar a la educación pública de los medios adecuados, en aras de la igualdad de oportunidades de base para todos. Que la educación vuelva a servir de ascensor social y no dónde naces o los medios que hereda tu familia. Esto es ser liberal progresista.

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