Con los inmigrantes hispanos

Mundo · Lorenzo Albacete (Nueva York)
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10 junio 2010
El tema más debatido en la prensa de los Estados Unidos la semana pasada fue la "marea negra" en el Golfo de México. Con todas sus implicaciones, sobre todo las consecuencias políticas para el presidente Obama. Otros temas como la economía, la candidatura de Elena Kagan a la Corte Suprema, la influencia del Tea Party en las próximas elecciones, la supresión de la política del "no preguntes, no digas" para gays y lesbianas en las fuerzas armadas, se han quedado esperando. Y luego está el Mundial de Fútbol de Sudáfrica.

Es interesante que Time Magazine haya dedicado su edición de verano a la Copa del Mundo con los mismos artículos en todas las ediciones de diversos países. La edición de los EE.UU incluía un artículo sobre un tema que influirá en el futuro del país más que la Copa del Mundo: la inmigración. El artículo se titula "La Batalla de Arizona" y describe lo que está en juego en la reforma dramática de las leyes de inmigración para toda la nación, no sólo para ese Estado.

La Iglesia Católica está muy involucrada en este debate ya que muchos de los inmigrantes que atemorizan a muchos estadounidenses son hispanos o latinos. Es instructivo ver cómo se enfrenta la Iglesia a esta cuestión. Podemos empezar con el sermón que ha pronunciado el nuevo arzobispo de Miami, Thomas Wenski, al llegar a su sede. Es un experto en materia de inmigración desde el punto de vista de la Doctrina Social de la Iglesia.

El arzobispo Wenski comenzó destacando la importancia de esta materia para la Archidiócesis de Miami: "Miami puede afirmar que es la nueva isla de Ellis (la isla enfrente de Nueva York a la que llegaban los nuevos inmigrantes) ya que se ha convertido en la puerta de entrada de los refugiados e inmigrantes de todo el mundo, especialmente del Caribe, y de América central y del Sur. Por supuesto, aquí no hay Estatua de la Libertad para dar la bienvenida a los recién llegados, que sin embargo a veces no son muy bien recibidos. […] La Iglesia de Miami ha continuado ofreciendo su seno a todo el mundo".

Miami (Florida del Sur) es parte de estos Estados Unidos -dijo después-, pero también se ha convertido en una parte vital de muchas naciones: Haití, Cuba, Nicaragua, Venezuela, Colombia, el resto del Caribe, Centro y Sur de Miami… De hecho se jacta de ser la capital de América Latina, si no de todo el hemisferio. La presencia hoy aquí de los obispos del Ecuador, Uruguay, Puerto Rico, Cuba y Haití demuestra que no se trata de un alarde sin fundamento".

Con un español fluido continuó: "en la Archidiócesis de Miami tenemos nuestros problemas. Podemos estar preocupados por muchas cosas, pero que no se olvide lo que es realmente necesario: nuestra relación con Jesucristo. No tenemos otra riqueza que esto: el don del encuentro con Jesucristo".

El arzobispo recordó que el mes pasado el Papa señaló que "la mayor persecución de la Iglesia no es la de los enemigos externos, sino que se produce desde dentro de la propia Iglesia". El arzobispo Wenski advirtió que "el sufrimiento de la Iglesia" no se resolverá con programas informáticos, procedimientos económicos o más eficiencia, lo que se requiere es más bien la conversión, un nuevo compromiso de todos a vivir coherentemente la fe".

El arzobispo Wenski continuó: "traemos al debate público cuestiones tales como la vida humana, la dignidad, la justicia y la paz, la reforma migratoria, el matrimonio y la familia, una concepción de la persona, con base en la Biblia, que es accesible a la razón humana. La opinión de la doctrina social de la Iglesia se puede resumir en una frase sencilla: ningún hombre es un problema. Por eso, como arzobispo de Miami, voy a seguir defendiendo una ética positiva y consistente de la vida: ningún hombre, no importa cómo sea de pobre o débil, puede ser reducido a un problema. Cuando pensamos en un ser humano sólo como un problema ofendemos su dignidad, nos creemos autorizados a buscar lo que es apropiado, pero no soluciones".

El arzobispo puso luego varios ejemplos de cómo este enfoque se refleja en la enseñanza de la Iglesia sobre el aborto, el matrimonio, la salud, la pena de muerte, la inmigración. "Los refugiados, los inmigrantes, incluso indocumentados, no son un problema. Pueden ser quizás extraños, pero debemos acogerlos como hermanos. Incluso los delincuentes, con todo el horror de sus crímenes, no pierden su dignidad como seres humanos. También debe ser tratado con respeto, incluso en el castigo. La Doctrina Social de la Iglesia condena la tortura y pide la abolición de la pena de muerte".

La conclusión de la homilía ha resumido la estructura básica que le guía: "Estamos comenzando un nuevo capítulo en la historia de nuestra iglesia local. Esperamos, como Pedro, confiando en la palabra que Cristo el Señor nos ha confirmado: "Yo estoy con vosotros siempre". Así que empezamos, empecemos de nuevo, desde Cristo". ¿Qué puedo añadir? Sólo: que así sea.

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