Chávez y la ´mano de Dios´

Mundo · Venezuela Actual
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3 febrero 2009
Faltaba sólo Maradona en Venezuela, como soporte bolivariano, para catalizar el consenso a favor de la reelección ilimitada. El pibe de oro, además de ser el actual DT de la selección argentina, ha pensado también en emprender la carrera como embajador de la revolución socialista, de Fidel Castro a Hugo Chávez pasando por Morales y Correa.

De esta manera, pocos días antes del referéndum del 15 de febrero, Maradona ha ofrecido su última actuación deportivo-revolucionaria, ofreciendo, junto a Hugo Chávez y algunos deportistas venezolanos, su apoyo incondicional a la reforma. Pero todos estos shows, típicos de un régimen populista y totalitario, no pueden distraer la mirada sobre la verdadera realidad venezolana: llena de violencia e intolerancia contra aquella parte de la sociedad civil que cree en un mandato electoral limitado a un periodo de tiempo y garantizado por normas constitucionales democráticas.

Los actos de violencia vistos en estos últimos días son la clara evidencia de un régimen cada vez más intolerante a la voluntad popular y los derechos humanos más elementales. Las seis bombas lacrimógenas lanzadas, afortunadamente sin ningún daño, contra la Nunciatura Apostólica el pasado 19 de enero provenían de la industria militar venezolana y de manera "inadvertida" llegaron a las manos del grupo pro-chavista "La Piedrita".

Lamentablemente, éstas no son novedades para el mundo católico venezolano. De la misma manera ha sido un hecho sin precedentes el ataque a la principal sinagoga de Caracas realizado en la madrugada del sábado 31 de enero, producto del violento discurso antisemita del propio Chávez. Una violencia que se transforma en represión cuando se trata de parar o limitar, en todo el país, las marchas de protesta del movimiento universitario venezolano, desde hace dos años uno de los principales motores de la protesta antichavista. Los episodios más graves se han registrado en el estado Táchira y en Caracas.

Nos preguntamos por cuánto tiempo todavía este recurso sistemático de acudir a las urnas por parte del Gobierno, que ha transformado al país en una suerte de "dictadura electoral", continuará siendo económicamente sostenible. Las previsiones económicas para 2009 no dejan lugar a dudas. Según el diario español El País, "en Venezuela, los precios de la comida suben casi en la misma proporción en que bajan los del petróleo". Los datos son alarmantes, 2008 cerró con una inflación "oficial" del 30.9%, con un aumento de precios en los alimentos del 41.3%. "Las previsiones", continúa El País, "apuntan a una inflación superior al 40%, a un crecimiento cero -en el mejor de los casos-, y a una disminución de los ingresos petroleros superior al 60%".

Nos preguntamos por qué en el Gobierno del presidente Chávez, en los últimos 10 años de boom económico debido a los altos precios del petróleo, no se han realizado las reformas estructurales que el país necesita; nos preguntamos por qué el presidente Chávez ha preferido el odio de clases en vez de un diálogo constructivo entre todos los venezolanos. No es necesario otro referéndum popular sobre una reforma constitucional ya rechazada por parte del pueblo hace un año. Diez años después, la única cosa que funciona perfectamente es la poderosa maquinaria electoral chavista, vendida como un ejemplo de una democracia avanzada y panacea para todos los males del país. Como si para resolver los problemas del país bastaran sólo las elecciones políticas.

En la última semana se ha presenciado el inicio de la campaña más abrumadora de la historia de Venezuela. En todas las estaciones del metro y en las principales esquinas de Caracas se pueden escuchar todos los estilos musicales con letras a favor de la reelección indefinida de Chávez, acompañados de gran cantidad de funcionarios públicos que han recibido como tarea hasta el 15 de febrero hacer propaganda política, esto sin contar todo el despliegue en internet y medios tradicionales como televisión, vallas gigantes y medios impresos.

Ayer lunes se cumplían 10 años de la primera toma de posesión de Chávez y se ha decretado, de manera improvisada, con sólo 24 horas de anticipación, día festivo sin actividades en colegios y amenazas a los empresarios que obliguen a sus empleados a trabajar. Después de diez años de discursos incendiarios y tantas promesas, la gente aún está esperando resultados y no tantas fiestas, sobre todo para el tema de la inseguridad y la inflación, los únicos problemas de los que Chávez no habla. Todo esto muestra la desesperación del régimen, que a pesar de todo esto sólo mantiene dividido el país a la mitad sin lograr un apoyo contundente, sino por el contrario un desgaste y rechazo crecientes.

Como en el juego de Argentina e Inglaterra en el mundial de México 1986, parece que Chávez trajo incluso a Maradona para tener la "Mano de Dios" en el próximo referéndum del 15 de febrero. Porque si el pueblo venezolano participa como lo ha hecho en las últimas dos elecciones, va a tener que ser por una jugada "que no vea el árbitro" para que Chávez pueda meter un gol. Sólo que esta vez va a ser en contra de su Pueblo, y por el tiempo que pueda.

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