Caza a la espía

El aspecto más poderoso de este trabajo, que no llega al nivel de Todos los hombres del presidente (1975), Los tres días del Cóndor (1976) o la reciente Sombras de poder (2009), es sin duda el guión de Jez y John Henry Butterworth sobre los libros de Joseph Wilson y Valerie Plame, al que no le falta ningún detalle para engancharte de principio a fin. Por esta razón, el director tan sólo ha tenido que convertir el texto en fotogramas y lo hace fabulosamente. Sin embargo, nos parece mejor realizada y más interesante la segunda parte que la primera. De todas formas, el cineasta hace creíbles muchos de los hechos ocurridos, ya que está basada en hechos reales, por lo que se apoya en imágenes de archivo. No obstante, da la impresión de que con el uso del material televisivo quiere teledirigirnos porque pretende mostrar como si el único argumento para la intervención militar fuese el tema de las armas de destrucción masiva, sin contemplar otros razonamientos a favor de la intervención como terminar con una dictadura genocida de kurdos como la de Sadam Hussein; el intento de concentrar al terrorismo fundamentalista internacional para evitar que atenten en otros lugares de la tierra o la creación de gobiernos democráticos, aunque pueda parecer una utopía, o argumentos en contra como que haya podido tratarse de una guerra por el control del petróleo por poner algunos ejemplos. En nuestra opinión, si se hubiesen tratado todos esos temas, sin moverse por motivos de carácter partidista, se podía haber convertido en una historia muy completa y objetiva. Por tanto, se queda como otro film sobre la guerra de Iraq al igual que le ocurre a la mayoría de los largometrajes españoles sobre la guerra civil.
Otro fallo que percibimos es el abuso de las escenas rodadas cámara al hombro para crear secuencias con apariencia realista para introducir al espectador en el relato, que pueden marear y provocar el rechazo.
Por otra parte, las breves pinceladas sobre la familia son suficientes para demostrar que esta institución resulta clave en nuestra sociedad, sigue siendo el medio donde se lavan los trapos sucios y se solucionan las dificultades. También puede servir para reafirmarnos sobre la importancia de que las parejas que se sustentan en sólidos principios son las que resisten los vaivenes de la convivencia y superan los problemas que puedan surgir a lo largo de una vida, mostrándonos el amor y el diálogo como piezas esenciales para lograr el entendimiento.
Por último y sin pretenderlo, la película nos permite hacernos la siguiente pregunta: ¿es posible conciliar la vida familiar con la vida laboral? La respuesta es afirmativa, puesto que la actriz Naomi Watts, la protagonista de la obra en cuestión, suele primar en sus decisiones la posibilidad de poder atender a sus hijos por encima de las de elegir un papel que le permita evolucionar como artista.