Cae el Alcalde de Roma, Ignazio Marino
La posición de Marino comenzó a tambalearse cuando, a finales de septiembre, tras su regreso de Cuba y Estados Unidos, el Papa Francisco declaró que ni él ni sus colaboradores habían invitado al Alcalde de Roma al Encuentro con las Familias que había tenido lugar en la ciudad norteamericana de Filaldelfia, frente a lo que Marino había dado a entender. A todo ello se añadía el hecho de la publicación por parte de la prensa italiana de pagos realizados por el primer edil con la tarjeta destinada a gastos de representación, no para esos fines (como una comida con un representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) o una cena con representantes de la Comunidad de San Egidio) sino, en realidad, para celebraciones familiares en restaurantes cercanos a su casa y en días festivos o fines de semana y no de trabajo. Aunque Marino aseguró que devolvería los 20.000 euros gastados con la tarjeta municipal, el vicealcalde y tres asesores presentaron de inmediato su dimisión y tanto la oposición como su propio partido pidieron la cabeza de Marino.
El Alcalde de Roma no tuvo entonces ya más remedio que dimitir, presentándose como una víctima de la mafia (que ahora se sabe que lleva años infiltrada en la capital), de la oposición e incluso de su propio partido. Eso sí, no sin antes escribir una carta abierta a los romanos en la que aseguraba haber ´(…) cambiado un sistema de gobierno basado en la aquiescencia a los lobby, a los poderes incluso criminales. No sabía hasta qué punto era grave la situación, hasta qué profundidad había llegado la complicidad político-mafiosa´.
Sin embargo, lo afirmado por Marino no da la impresión de corresponderse totalmente con la realidad. Debe recordarse que a finales del año 2014 se desarticuló una poderosa organización criminal dirigida por un antiguo terrorista de extrema derecha y un empresario de izquierdas que, gracias a la connivencia con políticos y funcionarios municipales, se llevaba los mejores contratos del Ayuntamiento de Roma. Aquellos dos golpes policiales contra lo que se conocería como ´Mafia Capital´ llevaron al Gobierno de Renzi a pensar en disolver el municipio por infiltración mafiosa (como sucedió tiempo antes con el ayuntamiento de Reggio Calabria, en el sur del país), pero finalmente no se hizo nada en la esperanza de que Marino sería capaz de resolver la situación en el año que le quedaba de margen hasta el inicio del Jubileo que va a celebrar la Iglesia universal en 2016 y que atraerá a Roma a millones de turistas.
Sin embargo, lo acontecido en las últimas semanas, junto con el hecho de que se hayan apoderado de Roma el caos, la suciedad y, en definitiva, la sensación de abandono, han precipitado la caída de Marino, a quien le quedaban todavía más de dos años de mandato. Un Marino que ha generado una importante división en la opinión pública, ya que unos creen que es una víctima y otros, en cambio, le perciben como un incapaz para gobernar la ciudad. Lo cierto es que ahora es el Gobierno italiano quien ha de buscar a un sustituto para Marino y además con muy poco margen de tiempo, y que el Movimiento Cinque Stelle se prepara para el ´asalto´ (en el sentido político) de una ciudad que en la última década y media ha sido gobernada, o por el Partido Democrático (Rutelli, Veltroni y Marino), o por Alianza Nazional (Alemano). El tiempo dirá cómo se resuelve este gravísimo problema para una de las ciudades más importantes y relevantes de todo el continente europeo.