B(V)ota, B(v)ota ellos siguen la pelota
La frase encierra unprofundo saber del sistema representativo español, en verdad, sistema departidos. Llamarlo partitocracia sería reduccionista, pero no deltodo incorrecto. En vez de poner el acento en "los que siguen lapelota", merece, y mucho, la pena, poner el foco en los que votan sinbotarla. Ciertamente, la frase es expresión gráfica de una impotencia ydesencanto tal que, unida a la ironía, llega a robarnos una sonrisapolíticamente incorrecta. Al menos hace tiempo lo sería. Ahora, va siendopolíticamente correcta. Esto es lo preocupante. Está pasando que ahora, comotantas veces en la Historia, la sociedad comienza a pensar en estos términos,todos a una, a manifestarlo abiertamente, y se eleva el pensamiento a lacategoría de acción. El desencanto, así como viene, podría irse, pero dequedarse podría llevar a cualquier cosa.
Tomar la mayor plaza y más representativa deEspaña desde luego puede ser un ejemplo de cómo actúa el desencanto. Se hincha,se hincha, se hincha, y explota. No es capaz de mantenerse tensionado, en movimiento,pero se adapta, y vuelve a aparecer, cada vez más virulento. Pero, ¿a quéobedece este desencanto? ¿Qué deseo no se ve satisfecho para primero pensaresta frase, escribirla, divulgarla y "ejecutarla"? ¿Cuáles son las razones delno encuentro (desencuentro)? ¿Qué deseo no satisfecho se esconde bajo lamáscara del ciudadano indignado-despechado?
Sin duda alguna, se esconde un reconocimientosupremo de que solos no podemos, que somos dependientes, que nuestras ganas deJusticia y Verdad pueden llegar a ser inmensas, por no decir infinitas. Todoeso además, se oculta en un mismo cofre que podemos llamar corazón, que es loque impulsa todas las cosas, hasta la Historia.
Si los políticos no pueden atendernos estasganas de infinito, ¿Quién o Qué podrá hacerlo? De la indignación a laindiferencia hay un paso macabro. La ausencia de interés por lo que másimporta, importa. Tanto importa que es necesario evitar a toda costa esta huidahacia el no compromiso por el bien común. Por ejemplo, es necesario poner envalor el papel del pueblo español durante la Transición. Esecorazón del que hablaba funciona a base de recargasde comunidad. Cuanta más comunidad, más relaciones, más capital social,mejor impulso para cambiar laHistoria. Ese corazón rompedor funciona con trocitos deanhelos infinitos, de cielo, diríamos.
Por concluir, parece que el antídoto a laindignación, al desencanto, a la desilusión es el compromiso y la adhesión albien común (no confundir con una adhesión al estado, lo público o mucho menos unpartido político), y la entrada en juego de la sociedad civil en la forma decomunidades de hombres y mujeres con el deseo infinito de hacer crecer sucorazón, que a base de amor conseguirá cambiar la Historia. Es decir,que del "ellos siguen la pelota" se puede pasar al "nosotrosseguimos la pelota", siendo fieles a nuestro propio corazón, a nuestrapropia Transición española.