Buscando a Eric

Cultura · Juan Orellana
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23 noviembre 2009
El famoso director británico Ken Loach, que llevaba más de una década anclado en su trostkismo radical, decide con Buscando a Eric entroncar con su mejor filmografía. Así, su "socialismo de rostro humano" de los noventa, con títulos como Riff-Raff, Lloviendo piedras o Ladybird Ladybird vuelve a ver la luz en este film tan duro como esperanzado. El guionista es Paul Laverty, como en casi todas las películas de Loach, y en esta ocasión nos cuenta la historia de Eric, un cartero al que la vida no le puede ir peor. Vive con dos hijastros delincuentes, y hace de canguro de la hija de su primera mujer. Está hundido desde que abandonó a su primera esposa, Lily. Será la mítica figura del futbolista Cantoná la que le ayude a levantar su existencia hacia la esperanza.

El film tiene mucho que ver con Sueños de un seductor, y el papel que en aquélla desempeñaba Humphrey Bogart como "Pepito Grillo" del protagonista en ésta es el delantero Eric Cantoná, que se aparece cual enviado del más allá para aconsejar al pobre cartero, que no por casualidad se llama también Eric. Pero si miramos el fondo de la película, ésta realmente se emparenta con películas británicas como The Full Monty o Tocando el viento, cintas que exaltan el valor de la compañía de los amigos como el camino para escalar los callejones sin salida de la vida.

Buscando a Eric combina tres estilos de película muy diferentes de forma arriesgada. Por un lado plantea el drama humano, tratado en un tono muy realista y que indudablemente es lo mejor del film. El actor Steve Evets da vida a Eric Bishop de una manera muy creíble y conmovedora. Es el drama de un buen hombre cuya vida se va cayendo a pedazos y que ya casi se conforma con sobrevivir. En segundo lugar está el entramado de apariciones de Cantoná, que no es más que una alegoría de un hombre -Eric Bishop- que hace cuentas consigo mismo, un alter ego, un desdoblamiento de su conciencia. Es por tanto algo mucho más onírico y metafórico, y por tanto separado del realismo verista anterior. Por último, el desenlace tiene mucho de capriano, e incluso de surrealista o de realismo mágico. Esta parte es las más parecida a las citadas Tocando el viento de Mark Herman o The Full Monty de Peter Cattaneo. Es la parte más alejada del realismo y de la verosimilitud.

La película parte de la base de que el deseo de felicidad puede ser reanimado en cualquier momento, por mucho escepticismo que haya encima. "¿Cuándo fue la última vez que fuiste feliz?". Es la pregunta con la que empieza el proceso de transformación de nuestro protagonista, a la que sigue: "A ti ¿quién te cuida?". La respuesta que propone Cantoná es muy jugosa: "Mírate a través de la mirada de alguien que te quiera incondicionalmente". El personaje de Eric sólo es capaz de tomar decisiones difíciles cuando una voz amiga le dice reiteradamente: "Tú sí puedes".

Aunque el boceto que dibuja de la policía es excesivamente brutal, lo cierto es que esta película respira por su falta de ideología, y es mucho más verdadera y emotiva que los últimos films de Ken Loach. Celebramos su vuelta al mundo de los hombres y no de los esquemas. Hermosa e interesante película.

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