Buen Gobierno, pocos votos

Desde que se acabara la transición, España había contado con un buen relevo para los ciclos políticos que se han ido sucediendo. Con independencia de cuál fuera su sesgo ideológico y el éxito en su labor, ha habido hasta ahora un relevo institucional razonable. Eso es lo que está en este momento en cuestión.
Tras la implosión de la UCD, que nunca fue partido, en el 82, el PSOE de Felipe González dispuso de cuadros y de un amplio equipo que acometió tareas esenciales. Al ciclo de González, demasiado largo, demasiado agónico y traumático en su final, le sucedió el ciclo más corto de Aznar. Los casos de corrupción que ahora afloran nos inclinan a ponerlo en cuestión, pero también fue un momento de renovación.
El relevo con Zapatero comenzó a flaquear. El PSOE de 2004 ya no era el de los años 80. El proyecto con el que llegó a la Moncloa era débil y con escasa materia gris. Había demasiado resentimiento. El relevo de Rajoy, por otros motivos, tuvo también bajo perfil. Al perfil ideológico se le respondió con un perfil marcadamente tecnocrático, capaz de frenar los peores efectos de la crisis, pero no de marcar una nueva dirección. El surgimiento de Podemos y de Ciudadanos ponen de manifiesto hasta qué punto la historia comenzada en la transición se ha ido agotando.
Los ministros de Pedro Sánchez que han tomado posesión este jueves resucitan la ilusión de un relevo más vigoroso, de unos cuadros socialdemócratas con capacidad de dar de nuevo un impulso al proyecto del país dentro del gran consenso constitucional. Salvo algunos perfiles más ideológicos, como los de las carteras de Sanidad, Hacienda y Justicia, estamos ante un equipo sólido que, por supuesto, Ciudadanos, pero tampoco quizás el PP, podría ofrecer en este momento. El PSOE tiene cuadros, tiene Gobierno, pero no tiene votos. Sus 84 diputados lo atestiguan. ¿Puede reconstruirse un partido desde el Gobierno? ¿Es este un Ejecutivo para después de las elecciones? Demasiado pronto para responder. Pero no sería mala cosa que volviera la socialdemocracia.