Blood Money
El film comienza con datos biológicos sobre el inicio objetivo de la vida humana en el momento de la fecundación, y nos hace ver, a partir de ese hecho científico, cómo el aborto legalmente sólo puede responder a la invención de un falso derecho que no se enraíza en la realidad, sino que sale de la nada por obra y gracia de unos jueces. Estos jueces contradicen a la propia Constitución americana, que salvaguarda el derecho a la vida, y se apoyan en la extrapolación de la sentencia del caso Roe vs. Wade (1973) para inventarse una doctrina jurídica que da la espalda a la realidad.
El documental da un paso más y nos informa de quiénes son los más afectados por esa legislación fraudulenta: la población afroamericana y los latinos. Los números son tan elocuentes que es imposible no ver una voluntad racista y eugenésica en los legisladores: el aborto diezma la población afroamericana y latina. Las clínicas abortistas se levantan en los barrios no blancos de las grandes ciudades, así como en los campus universitarios. Y de ahí el film nos lleva a lo más original y espeluznante de su propuesta: el negocio del aborto. Anticonceptivos deliberadamente defectuosos se ponen en el mercado para generar una ola de embarazos no deseados. El objetivo de las empresas es conseguir X abortos al día, y sus empleados hacen cualquier cosa para alcanzarlo: incluso diagnosticar embarazo donde no lo hay, para practicar una falsa intervención y cobrar. Estos relatos se combinan con los testimonios de mujeres que fueron víctimas de Planned Parenthood, y otras que fueron ejecutivas de esa empresa, y entre ambas escuchamos declaraciones estremecedoras.
El documental es muy pedagógico, y va dirigido no tanto a los convencidos como a los indiferentes que, sin mala voluntad, se han tragado el discurso oficial de que el aborto es una decisión soberana de la mujer. Este documental muestra que el discurso feminista es un epifenómeno que oculta la verdadera realidad del gran iceberg: el aborto es un crimen organizado al servicio de grandes empresas que han logrado pervertir a la mismísima ley.
En la edición española los distribuidores han añadido al final unas declaraciones de Ignacio Arsuaga, Benigno Blanco, Jesús Poveda y Alicia Latorre que a muchos les parece que rompen el tono y la unidad del film. Lo cierto es que le da un tono político que puede predisponer innecesariamente contra la película. Aunque lo que dicen, muy especialmente Benigno Blanco, es coherente con el resto de la película.