Black Mirror (1-3)

Cultura · PaginasDigital
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25 mayo 2014
La forma en que podríamos estar viviendo en 10 minutos si somos torpes.

“Cada episodio tiene un tono diferente, un entorno diferente, incluso una realidad diferente, pero todos tratan acerca de la forma en que vivimos ahora -y la forma en que podríamos estar viviendo en 10 minutos si somos torpes” (Charlie Brooker, creador de la serie).  

Los episodios de Black Mirror, si alguien no está al tanto, son brutales, en el sentido más literal del término. Lejos de las series de entretenimiento policiaco, Black Mirror señala los grandes vicios y fracturas que puede generar (y genera) la sociedad virtual, una sociedad literalmente pegada a los espejos negros de las pantallas de televisiones y teléfonos que, más que devolvernos nuestra propia imagen, nos sacan de nosotros mismos para entretenernos, distraernos e introducirnos en laberintos impersonales. Black Mirror es brutal no sólo por los contenidos que deja ver, sino fundamentalmente por lo hiriente que es o, más bien, por la realidad herida que describe, y, como toda herida que marca nuestra piel, duele.  

Sin entrar en detalles muy escabrosos, el primer episodio relata la sed insaciable y morbosa de miles de espectadores, los tele-espectadores del globo entero, que se ensañan con imágenes horrendas sin ser capaces de marginarlas, sin poder salir a las calles, donde verdaderamente ocurren cosas. El segundo episodio narra la terrible “vida” de un complejo contemporáneamente totalitario en el que pobres individuos están literalmente bombardeados por imágenes de las que no pueden huir: concursos despreciables e imágenes pornográficas que agotan toda forma humana de relación. El tercer episodio narra el salto que ha dado el mundo contemporáneo sustituyendo la memoria por la reproducción. Cada individuo graba todo lo que vive y puede visionarlo él mismo y enseñárselo a otros tantas veces como quiera. Así, la tensión vertiginosa entre presente y pasado se ve reducida al examen analítico de nuestras propias grabaciones, utilizadas para escupir reproches o para intentar agarrar y conservar lo que ya no es nuestro.  

Si lo que separa nuestro mundo de Black Mirror es simplemente la mejora técnica de posibilidades en las que ya estamos adentrados, we have a problem.  

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