Berlusconi, con la Justicia pisándole de nuevo los talones
En realidad, los conflictos de Berlusconi con lo que él despectivamente llama ´togas rosas´ (los jueces italianos) vienen de muy atrás. Más de un historiador ha afirmado, con razón, que Berlusconi irrumpió en política en el año 1994 con el fin de protegerse de la acción de la Justicia italiana, y el tiempo se ha encargado de demostrar que esto tiene mucho de cierto. Claro que han pasado ya veinte años desde aquello y a Berlusconi, ahora, le van cayendo las sentencias una tras otra. Sólo en el último año, sufrió una condena por fraude fiscal, otra por haberse hecho de manera fraudulenta con la editorial Mondadori y, como consecuencia de todo esto, sufrió una vergonzosa expulsión del Parlamento.
Ahora ha decidido no presentarse en los juzgados de Nápoles y por ello ha sido declarado en ´rebeldía´. En el fondo, se trata de su táctica ya conocida de dilatar los procesos a la espera de poder conseguir un escaño en el Parlamento europeo. La realidad es que el tiempo se le echa encima, y que parece un auténtica quimera que pueda retornar a cualquier tipo de parlamento.
Lo peor es que sigue siendo clave para el futuro político del país, porque, ante la actitud irresponsable de los diputados del movimiento Cinque Stelle de Beppe Grillo (que está más por la algarada permanente que por el pacto), sus rivales del Partido Democrático le necesitan para sacar adelante una nueva ley electoral. El Presidente Napolitano hace lo posible por evitar convocar elecciones dado que ni siquiera ha transcurrido un año desde las últimas, pero éstas comienzan a ser cada vez más acuciantes, aunque sea recurriendo a la anterior ley electoral (la de 1993, llamada ´Matarrelum´). Hay que tener en cuenta que Berlusconi y Grillo controlan con mano férrea sus respectivos partidos, y entre ambos suman nada más y nada menos que el 55% de los votos de las elecciones de febrero de 2013. Una vez más, la política italiana sigue en su particular laberinto y, mientras, la economía cada vez más estancada. Esperaremos a que nuestros vecinos del sur nos den la enésima sorpresa, y por su propio bien, que esta vez sea una sorpresa positiva.