¿Bastará una foto hermosa para poner en orden nuestra conciencia?

España · Paolo Vites
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14 marzo 2016
Desde hace días llueve en el campo de refugiados de Idomeni, en Grecia, en la frontera con Macedonia. Catorce mil personas llevan tiempo allí, desde que Macedonia cerró sus fronteras, impidiéndoles llegar a los países del norte de Europa. El gobierno macedonio dice que está salvando a Europa de la invasión de quién sabe cuántos yihadistas, y probablemente incluso tenga razón. Ya cualquier categoría, cualquier política, cualquier lógica se ha perdido bajo los escombros de Siria e Iraq, es el fracaso total de una Europa con las manos manchadas de sangre.

Desde hace días llueve en el campo de refugiados de Idomeni, en Grecia, en la frontera con Macedonia. Catorce mil personas llevan tiempo allí, desde que Macedonia cerró sus fronteras, impidiéndoles llegar a los países del norte de Europa. El gobierno macedonio dice que está salvando a Europa de la invasión de quién sabe cuántos yihadistas, y probablemente incluso tenga razón. Ya cualquier categoría, cualquier política, cualquier lógica se ha perdido bajo los escombros de Siria e Iraq, es el fracaso total de una Europa con las manos manchadas de sangre.

Miles de personas siguen huyendo. Llueve y el mísero campamento se hunde en el fango. La mayoría son mujeres y niños pequeños. Algunos hacen fotos y entre ellas circula la de una pareja musulmana lavando con agua de una botella a un recién nacido, fuera de una tienda donde se ve a otros niños. El cuerpecito desnudo, ese sentido de fragilidad propio de un recién nacido que se siente incluso cuando el parto tiene lugar en la maternidad del hospital más lujoso del mundo. Esos cuerpecitos que ni siquiera son capaces de sostenerse, que solo tienen miedo por instinto, arrancados del cálido y seguro vientre materno, arrojados a un mundo de luces y voces que les hieren.

En la foto, la dulzura extrema de unos padres que lo cuidan y lo lavan. En realidad, no lo están limpiando en un charco, como se dice en muchos medios de todo el mundo por los que esta imagen ha circulado rápidamente para apretar el pedal de nuestros sentimientos de culpa, de hecho lo tienen bien agarrado por encima del barro. Son un padre y una madre, no son dos animales, y solo un padre y una madre pueden tener esta sensibilidad, esta ternura infinita. Lo lavan con agua de una botella de plástico. El neonato tiene ya cuatro hermanos y hermanas, de entre 18 meses y 10 años. Son musulmanes, huyen de otros musulmanes, como la gran mayoría de los refugiados.

Como la foto del pequeño cadáver hallado en las costas turcas, como la foto del recién nacido que pasaron por el alambre de espino, y que ganó el premio a la mejor foto del año, esta es otra imagen que está haciendo que el mundo se conmueva. “La vida vence al fango”, ha dicho la prensa griega. ¿Pero qué vida será? Una vida infernal, como su nacimiento, como un animal que nace en un estable. Adelante, fotógrafos, hay trabajo para vosotros.

Otra foto que conmueve a todos, con la de Aylan, y que en una semana se habrá olvidado. Aquella removió la conciencia de todos los líderes occidentales, animándoles a abrir sus fronteras en un momento de buenismo sentimental que no se apoyaba en ningún plan serio de acogida, así que terminaron cerrándolas tan rápido como las abrieron.

Aylan cayó en el olvido igual que los refugiados, entre un partido de fútbol y un reality show, y los líderes europeos tan enfrentados entre sí como no sucedía desde la caída del Muro de Berlín. Los muros nunca caen, pero los niños siguen naciendo.

Con imágenes así, vemos cómo la hipocresía del mundo occidental llega a límites nunca vistos en la historia del mundo. Pero la vida vence sobre el fango, igual que la vida del hijo de María y José venció en un establo gélido. Probablemente también estaría rodeado de barro y utilizarían algún recipiente con agua para lavar al Niño Jesús. Dios se encarna hoy en un recién nacido musulmán, de la misma manera que lo ha hecho siempre. Lo que eso significa realmente ningún fotógrafo, ningún periodista, ningún líder europeo sabe decirlo.

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