Represión en Cuba

Basta ya de odio

Mundo · Pablo Pacheco (Ciego de Ávila, Cuba)
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2 marzo 2010
Páginas Digital publica por su interés el artículo que Pablo Pachecho, periodista independiente, condenado a veinte años de prisión en la Primavera Negra de 2003, preso en la  cárcel de Canaleta, Ciego de Ávila, ha dictado tras las rejas para www.vocescubanas.com

He intentado, una y otra vez, escribir sobre un gran cubano pero no logro aceptar que Orlando Zapata Tamayo ya no esté entre nosotros. La semana pasada escribí un artículo donde trataba de llamar a la reflexión, donde temía un desenlace fatal para este patriota. Después hablé con Yarai Reyes, esposa del prisionero de conciencia Normando Hernández González. Ella, como siempre, me explicó los detalles y lo que escuchó por Radio Martí sobre el funeral. Sentí una emoción difícil de narrar al escuchar lo declarado por Reina Tamayo a la prensa. Otra madre cubana que pierde un hijo en las prisiones de este país, con el agravante de su condición de preso de conciencia, reconocido como tal por Amnistía Internacional.

Me informaron de las declaraciones del presidente de Cuba, el general de Ejército Raúl Castro Ruz. No confío en él, como tampoco creo en la sinceridad de sus palabras al lamentar la pérdida de una vida humana. El hermano del líder de la Revolución cubana no ha movido un dedo a favor de quienes amamos a Cuba desde un perfil diferente al de los comunistas. Además, al estar privados de libertad, algunos padecemos de enfermedades crónicas adquiridas en prisión. Existen incluso casos en peligro de muerte. Soy un fiel investigador de la historia de mi patria y no recuerdo en la feroz dictadura de Fulgencio Batista un caso similar al de Zapata Tamayo. Es posible que los responsables de la desaparición física del disidente no encuentren sosiego en el tiempo de reposo. No imagino cómo podrán ahora mirar la cara de sus hijos y nietos. Es una responsabilidad demasiado fuerte para la conciencia humana.

Hoy debo agradecer a la gestión de la Iglesia Católica para acompañar en sus últimos momentos a este hermano de lucha. La máxima dirección del país no tuvo compasión con ese hombre. Quiero preguntar a  los responsables, ¿qué han ganado, acaso es suficiente para ustedes aferrarse al poder pagando un precio extremadamente innecesario? Hoy la patria de José Martí está de luto, el odio y la intolerancia cercenaron la vida de una persona de sólo cuarenta y dos años. Perdónalos, Dios mío, han perdido la noción del deber. La comunidad internacional ha criticado el hecho, les aseguro que eso no basta. Es impredecible hasta dónde pueden llegar los dueños absolutos del poder.

Supimos lo ocurrido a Orlando Zapata Tamayo, pero lo honramos en cada uno de nuestros corazones, con la convicción de que Orlando Zapata Tamayo vive. Su legado es un punto de partida para las nuevas generaciones  y una vergüenza sin límites a los que podían hacer por él y no hicieron. Hemos llegado al tiempo de gritar, el silencio es cómplice de la injusticia. Basta ya de odio, basta ya de rencor, basta ya de intolerancia y maldad. Amémonos y así honraremos a Orlando Zapata Tamayo, símbolo indiscutible de una Cuba futura libre, independiente y democrática.

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