Atrapados en el desencanto

El rotativo catalán se hace eco del rechazo que suscita la otra política que, junto a la económica, retrata más al Ejecutivo: la social. Un 46 por ciento se opone al proyecto de ley que modificará la regulación del aborto. El rechazo ha subido un 16 por ciento por el empeño de que las chicas de 16 años puedan abortar sin el consentimiento paterno.
La opinión pública empieza a percibir con claridad que la gestión económica es un desastre y la mitad de la sociedad rechaza una regulación del aborto que expropia a los padres su paternidad, eso es mucho rechazo. El desgaste es notorio, Zapatero no consigue engañar. Hay un desencanto creciente. Pero el desencanto no es necesariamente positivo. La desafección hacia el presidente del Gobierno no supone una gran ventaja en intención de voto para el PP, ni un avance considerable para su líder. El necesario cambio político en nuestro país no tiene por qué ser inminente ni hay que darlo por descontado. Zapatero bien puede pensar que con no convocar elecciones y con esperar a que la crisis pase lo tiene todo solucionado.
Podemos quedarnos así atrapados en el desencanto. No sólo político, que eso sería lo menos grave. Lo grave es quedarse atrapados en el desencanto social, con una España que critica al Gobierno pero que en el fondo piensa que su prosperidad material y moral es cosa del Estado. El desgaste no sirve para cambiar el Estado del Bienestar por la sociedad del Bienestar, ése es un cambio que sólo podemos hacer, con ilusión, cada uno de nosotros.