Atentados en Boston: donde más duele

Boston representa para los estadounidenses el origen, el sitio donde empezó todo, el sueño de libertad que construyó la nación. A no muchas millas llegó el Mayflower. Y la revuelta del té, iniciada en su puerto contra los ingleses, es el comienzo de la independencia. Por eso es también un centro de peregrinación de los que quieren bucear en la historia de los Estados Unidos. Icono del pasado y del progresismo, de la "sofisticación" de la costa Este. Es la América más europea, la que sabe francés. La curiosa, la que está abierta al mundo.
Y esa ciudad emblemática es en realidad un tranquilo y pausado pueblo. Con sus jardines excelentemente cuidados. Su pasión por las flores. Su gusto por la música y el arte. Sus paseos y sus picnis en las riveras del río Charles. Su capacidad para apreciar las "good manners". Un mundo muy diferente al frenético de Nueva York. Todo se hace despacio en Boston. Se conservan algunas de las esencias de la vieja New England. El lugar en el que han estallado las bombas, el final de la calle Boylston, cerca de la Plaza de Copley, es considerado el centro. Y es una tranquila avenida flanqueada por una soberbia biblioteca y varias iglesias.
En Boston la seguridad es una obsesión. Cuando se arregla una tubería en el campus de Harvard, un policía vigila durante horas un pequeño agujero en el suelo e impide el paso a los que se acercan. Incumplir sus indicaciones se considera un acto grave de rebeldía. Un coche de agentes se instala, todos los días del año, junto a los colegios públicos a la hora de la salida. Para vigilar los pasos de peatones.
Por eso, si lo de este lunes ha sido terrorismo organizado, ha golpeado en uno de los puntos donde más duele.