Animales nocturnos
Si hay una película a la que sienta como un guante la calificación de “thriller psicológico” es esta. El director Tom Ford (Un hombre soltero) adapta libremente Tony and Susan, la novela escrita en 1993 por el neoyorkino Austin Wright (1922-2003). El argumento cuenta la historia de Susan Morrow (Amy Adams), una mujer que tras abandonar a su primer marido, el escritor Edward Sheffield (Jake Gyllenhaal), hace más de veinte años, se casó de nuevo con un alto ejecutivo (Armie Hammer). De repente recibe un paquete con el original de Animales nocturnos, una novela de su ex, dedicada a ella. Se trata de una novela negra ambientada en el Oeste. Aprovechando la ausencia de su marido, de viaje, Susan se sumerge en la narración, y va descubriendo en ella muchas cosas que le remueven por dentro.
La película es un drama moral en el que la protagonista se ve obligada a remover su conciencia al son de una novela que aparentemente no tiene nada que ver con ella. En cierto modo, es como si la novela fuese una sutil venganza de su exmarido por la forma en la que fue tratado por ella. La puesta en escena es indudablemente turbadora. Por un lado la trama principal es fría, recuerda a esas películas nórdicas de personajes solitarios en medio de una opulencia impersonal. La belleza de la protagonista contrasta con su amarga vaciedad. En segundo lugar, la trama que reproduce la novela bebe del género propio del western y del cine negro, y recuerda en momentos a Tarantino, a los Cohen o Tommy Lee Jones. Y por último, diversos flashbacks van relacionando episodios de la novela con situaciones de la vida pasada de Susan. Episodios que ella interpreta como metáforas de su propia relación pretérita con Edward.
Una película desasosegadora, que habla de decisiones incorrectas, de escala de valores equivocada, del dolor de los males cometidos. Pero no es una película con esperanza, sino fatalista y claustrofóbica. Interesante el tratamiento que hace del aborto y curioso el planteamiento que propone de la justicia. Una película potente que pone a Amy Adams en buena posición de cara a los Oscar.