Amazing Grace

Cultura · Juan Orellana
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14 septiembre 2009
Con un injustificable retraso de tres años se estrena esta película del veterano cineasta británico Michael Apted, que se consagró con Gorilas en la niebla y que ahora está dirigiendo la nueva entrega de Las crónicas de Narnia. A la pareja de intérpretes principales (Ioan Gruffudd y Romola Garai) se añade un excelente elenco de famosos actores británicos como Michael Gambon, Albert Finney, Ciarán Hinds o Rufus Sewell.

El guión es del nominado al Oscar Steven Knight y trata de la historia de William Wilberforce, un político inglés de finales del siglo XVIII que luchó muy activamente por la abolición del tráfico de esclavos. El film cuenta, en forma de flashback, las dificultades políticas que este parlamentario tuvo que sortear para ganarse uno a uno a sus oponentes. Todo ello entreverado con su relación sentimental con la activista Barbara Spooner, que se convertiría en su esposa con el tiempo. Aunque los debates parlamentarios y las acciones políticas están escritas, rodadas e interpretadas con mucha eficacia narrativa, y nos recuerdan a Danton de Wajda o a Un hombre para la eternidad de Zinemann, lo más interesante es el proceso de conciencia del protagonista. Ese proceso es en realidad un drama vocacional en el que el metodista Wilberforce tiene que decidir su misión en la vida desde el punto de vista de su fe. Se debate entre la consagración a Dios o el activismo político, y es John Newton, su -digamos- director espiritual, el que le hace ver la obligación moral del compromiso político. A este debate interior se añade una enfermedad crónica, y las consecuencias de un medicamento opiáceo, factores diversos que conjuntados le proporcionan una existencia bastante agónica en ocasiones.

Algunos secundarios, como el mayordomo de Sir William o el primer ministro Pitt, son excelentes personajes de guión, que nos brindan algunas de las mejores perlas del film.

La película tiene la virtud de no ser extremada, maniquea o demagógica, a pesar de su tono didáctico, y lleva la cuestión de la esclavitud al terreno antropológico cristiano del hombre entendido como creatura de Dios.

Muy interesante es la historia del título, Amazing Grace. Se trata del nombre de un himno litúrgico anglosajón muy conocido en el ámbito del gospell. La letra fue escrita en 1772 por John Newton, un antiguo esclavista inglés que más tarde se convertiría al cristianismo, y que en la película es el mentor espiritual de Wilberforce. La condición protestante del protagonista no impide que su relación con Newton sea "católica", en el sentido de que su vocación le llega mediada por la humanidad dramática de Newton y no "directamente" de Dios. Amazing Grace es una de las mejores cintas de los últimos meses, aptas para adolescentes, y una inteligente lección de historia sobre el compromiso de los cristianos en la vida pública.

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