Alguien a quien amar

Cultura · Víctor Alvarado
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27 octubre 2014
El titular con el que podríamos empezar esta crítica podría ser el de esto me suena, puesto que muchas han sido las producciones que han tratado el tema de la familia, mediante una especie de redención factible de un “abuelete” con la ayuda de un familiar al que no conocía. No obstante, esta merece la pena. El referente más cercano de su mismo nivel podría ser Kolya del checo Jan Sverák.

El titular con el que podríamos empezar esta crítica podría ser el de esto me suena, puesto que muchas han sido las producciones que han tratado el tema de la familia, mediante una especie de redención factible de un “abuelete” con la ayuda de un familiar al que no conocía. No obstante, esta merece la pena. El referente más cercano de su mismo nivel podría ser Kolya del checo Jan Sverák.

Thomas Jacob es un hombre que ha triunfado como músico por todo el mundo. Sin embargo, su vida cambiará de un modo radical cuando tenga que hacerse cargo de un nieto del que desconocía su existencia, mientras su hija asiste a un centro de desintoxicación.

La dirección ha correspondido a Pernille Fischer Christensen, siendo éste su cuarto largometraje. Se trata de una cineasta muy considerada por la crítica festivalera. Ganó el Gran Premio del Jurado y el León de Plata al Mejor Debut por Soup. También obtuvo el premio FIPRESCI por su producción Familie.

La mayor virtud de la realizadora es que cuenta una historia que todos sabemos de memoria, pero que al estar contada con tanta inteligencia, transmite verosimilitud, distanciándose de otras por el modo tan rudo en el que el protagonista se enfrenta a la situación. Es necesario advertir que no es una cinta muy movida y está muy centrada en los actores y, a pesar de que los personajes no verbalizan lo que sienten en algunas escenas, tal vez por la frialdad característica de Dinamarca, nos sentimos identificados con ellos, aunque el problema te pille de lejos. Por otra parte, esta cinta ha querido dejar claro los estragos que la droga ha causado en la sociedad.

Como dato curioso, se intentó buscar a grandes talentos escandinavos para la excelente banda sonora con la intención de conseguir un sonido autóctono. La interpretación de Mikael Persbrandt, recordado por su personaje en El Hobbit, es muy buena. En el físico se asemeja a Kenenth Branagh y en el modo de cantar estamos ante una mezcla entre Leonard Coen y Joe Coker.

La película permite reflexionar sobre el poder del amor, sin ñoñerías de ningún tipo, y los hijos no deseados. Invita a pensar sobre si merece la pena sacrificarlo todo por una vida de éxito, cocaína y esposas desatendidas.

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