Albert Rivera en la cresta de la ola

España · Francisco Pou
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22 abril 2015
Hay quien lo ha comparado a Luis XIV. Otros lo ven de derechas, pero los de derechas lo ven de izquierdas. En Cataluña, es el político descreído de los mitos nacionalistas y que se ha atrevido a pedir cuentas en el Parlament del “4%”, la ancestral financiación de CiU a base de comisiones según se ha dicho siempre sotto voce. La descripción que más se le ha aplicado a Albert Rivera, el líder de Ciutadans, de 36 años, es el de mosca cojonera. Lo es.

Hay quien lo ha comparado a Luis XIV. Otros lo ven de derechas, pero los de derechas lo ven de izquierdas. En Cataluña, es el político descreído de los mitos nacionalistas y que se ha atrevido a pedir cuentas en el Parlament del “4%”, la ancestral financiación de CiU a base de comisiones según se ha dicho siempre sotto voce. La descripción que más se le ha aplicado a Albert Rivera, el líder de Ciutadans, de 36 años, es el de mosca cojonera. Lo es.

Empezó siendo un incordio para el “nacionalismo correcto”. He podido comprobar en diferentes ocasiones cómo, en su papel bien aprendido de moscardón, hacía literalmente salir de sus escaños a santones como Jordi Pujol o Artur Mas. Albert Rivera ha sufrido, poca broma, amenazas de muerte desde 2007. La ideología nacionalista no digiere bien a los disidentes y Albert Rivera ha sido, desde que entrara en el Parlament en 2007, la disensión. Disidente contra las multas lingüísticas, los atropellos en la política educativa y la expulsión de la opción a educar “también” en castellano, contra prohibición de los toros, contra el gigantismo estructural de la política nacionalista, contra las embajadas catalanas, contra la enorme y domesticada TV3, contra la asunción ilegal de proceso constitucional en el Parlament. Albert, que fue campeón juvenil de natación en Cataluña a los 16 años, encuentra en estas olas nacionalistas su mejor impulso para, a pesar de empezar con solo 3 diputados, hacer notar su diferencia, por encima de la ola de lo “correcto” para el nacionalismo oficial. Todo el mundo en Cataluña sabe quién es Albert Rivera.

Así como hay debates en los que Albert Rivera es especialmente contundente, como el nacionalismo y la corrupción en los partidos, evita otros temas. Por ejemplo en el matrimonio homosexual evita la opción, “por no generar tensión”, de lo que califica un problema de lenguaje y equiparación. Albert Rivera aprueba el aborto tal como está recogido en la normativa que propició Zapatero. Se presenta como ateo. Para la izquierda tradicional Albert Rivera es derechas, para la derecha tradicional es izquierda no-nacionalista. Ser no-nacionalista es tan original y valiente en Cataluña que Albert Rivera está llamado a capturar votos transversales; es la opción fresca que no es el PP, considerado como débil contra la política nacionalista monolítica del Govern, y débil con puntos tan sensibles como el derecho a la vida para los que están en camino.

En 2012, Albert Rivera triplicó sus resultados en las elecciones catalanes, alcanzando nueve escaños. Albert Rivera se había estrenado ya antes con una forma peculiar de llamar la atención; en 2006 aparecía desnudo en el cartel electoral, la boutade más barata para quien necesita eco mediático. En 2010 aparece, sin embargo, como único personaje vestido liderando a su equipo, desnudo. Desde 2010, Albert, que procura con tenacidad su asistencia a los debates en todas las televisiones, encontró asilo en los debates de Intereconomía, pero también en la Sexta o incluso en TVE. Albert Rivera empezó su andadura política en una discreta presencia en el PP. Hoy el PP tiene en Albert Rivera algo más que una mosca cojonera. Tiene la pesadilla de ver cómo se va deshaciendo un PP en retroceso frente a un partido, Ciutadans, que disputa ya en los sondeos la segunda posición con los republicanos, llegando a 24 escaños. A pesar de que el PP en Cataluña piensa ya en pactos con Ciutadans, Albert promete ya que no gobernará nunca sin tener mayoría y niega cualquier pacto post electoral en el futuro. Diferenciarse del PP es esencial para un partido al que republicanos y convergentes, la ola nacionalista, definen como “reaccionario” frente a la identidad catalana, en el mismo saco que al PP catalán.

El futuro de Ciutadans es el futuro de Albert Rivera. La impronta personal de Albert Rivera en los medios ha alumbrado la personalidad de Ciutadans; su futuro, el de Rivera, es el futuro de Ciutadans. Por eso, su desafío es ser capaz de formar equipo, recambio y base. Posar desnudo para los carteles puede ser una baza de notoriedad, pero seguir desnudo de un buen equipo puede ser letal para un partido que se define por lo que no acepta de los demás. El programa económico de Ciutadans, por ejemplo, fue redactado urgentemente por Luis Garicano; básicamente menos impuestos, más incentivos. Un aire liberal. Pero para

gobernar hacen falta cosas distintas a salir cada día (y bien) en los debates. Albert Rivera tiene una formación en Derecho, un máster en Constitucional y experiencia laboral de letrado en La Caixa. Una buena base para construir, si no cae en los mismos errores y personalismos de Rosa Díez, con tantas semejanzas, pero que se ha cargado su propio partido UPyD.

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