Al Tayeb ataca al Papa porque tiene poca memoria

Estupor, irritación, embarazo: los comentarios negativos del jeque de Al Azhar sobre las palabras del Papa, que se dirigió a las autoridades egipcias para que reforzaran la protección a los cristianos coptos al día siguiente de la masacre en la iglesia de los Santos de Alejandría, han sorprendido a más de un observador. Ahmed Al Tayeb no es un islamista radical, ha participado en varias iniciativas de diálogo interreligioso con el mundo cristiano. Sin embargo, no ha encontrado nada mejor que decirle al Papa que no se inmiscuya en los asuntos internos de Egipto y ha aludido a los silencios de Benedicto XVI respecto a las masacres de musulmanes en Iraq.
Sin embargo, no hay por qué sorprenderse: en Egipto las principales autoridades religiosas islámicas representan a todos los efectos públicos y oficiales al Estado, en el que la sharía está reconocida en la Constitución como base de todas las leyes. Al denunciar la "injerencia" del Papa, el jeque se comporta como un líder nacional, preocupado por la debilidad del Gobierno y por la posibilidad de que las tensiones entre la minoría cristiana y la mayoría musulmana en Egipto degeneren en una auténtica guerra de religión. Las palabras del Papa hacen pensar que la protección por parte del Estado egipcio a los cristianos es insuficiente, coinciden con las protestas y reivindicaciones de los manifestantes coptos estos días, y por tanto contribuyen, según el jeque, a aumentar la tensión.
Lástima que él mismo contribuya a la confrontación al acusar al Papa de una culpa inaudita: el silencio frente a la violencia contra los musulmanes en el mundo, empezando por Iraq. En realidad, todo el mundo sabe que en el Angelus el Papa se dedica desde hace décadas a manifestar su preocupación por los atentados contra la dignidad humana en todos los rincones del mundo; el sufrimiento de las poblaciones musulmanas ha conocido y conoce la simpatía pontificia y sus llamamientos a la intervención para la pacificación internacional: desde Bosnia hasta Kosovo, Argelia, Darfur, Afganistán, Pakistán y sobre todo Iraq. Roma ya manifestó su contrariedad por las sanciones económicas contra el país de Saddam Hussein después de la primera Guerra del Golfo, así como por la intervención anglo-americana de 2003. La violencia recíproca entre sunitas y chiítas durante los últimos siete años ha sido objeto de muchas intervenciones por parte del Papa, deprecaciones y manifestaciones de su propio dolor personal, algo que no ha sucedido por parte de los principales líderes religiosos islámicos. Que Al Tayeb finja no recordarlo es, cuando menos, grave.