Ahora empieza casi todo
Lo cierto es que buena parte de la desorientación de los votantes del principal partido de la oposición, reflejada en el barómetro CIS del pasado mes de abril, tiene que ver con las "prisas". Entre todos han metido a la formación en un acelerador de partículas que lo hace extraño a sus bases. Los procedimientos revolucionarios, que siempre violentan las cosas, parecen haberse instalado tanto entre los que defienden la continuidad como el cambio. Durante estos tres meses, para los críticos y para los fieles a Rajoy mañana ha sido demasiado tarde.
Con la inminencia se han intentado justificar comportamientos propios de una organización marginal. En realidad, desde la derrota de 2004 parece que buena parte del PP persigue el espejismo de un cambio inminente que nunca llega y que aplaza el paciente trabajo propio de la política. De ahí el haberse enzarzado en debates tan lejanos como con quién pactar y haberse olvidado de hacer oposición. Se han comportado como cátaros milenaristas ante el fin próximo de la historia, de su historia en la oposición.
La historia de momento no se va acabar. El PP tiene por delante una larga marcha, antes de que se produzca un cambio de Gobierno tendrá que producirse un cambio cultural. Por eso, aunque parezca que esta primera fase de la crisis se haya cerrado en falso, las enmiendas planteadas a la ponencia política pueden ser el inicio del debate que verdaderamente cuenta. Muchas las desprecian. Por desgracia el centro-derecha español no suele estar cómodo en las discusiones de ideas y desde que Aznar refundara el PP las importantes las decidió él. Cuatro años después de su marcha, ese modelo ha cambiado. Es el hilo del que en este momento se puede tirar. No es lo mismo que las propuestas de Vidal Quadras sobre la nación o las de Eugenio Nasarre sobre la libertad de enseñanza salgan adelante. No es lo mismo para quien esté dispuesto a trabajar al medio y al largo plazo, que es el que cuenta.
Publicado en La Gaceta